12. Cuestión de Tiempo

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Jihyo habló con el dueño del bar que era uno de sus amigos y le pidió un cuarto privado. Tomó la mano de Sana y entraron juntas. La japonesa se veía desorientada. Sentía que se estaba perdiendo de algo, que había algo que estaba mal y ella no se estaba dando cuenta.

-Tienes que dejar de actuar como una niña Sana – Sana se sentó en la cama y miró a Jihyo – si quieres que tu maldito plan funcione, deja de celar a Nayeon por estupideces. A quien le importa si volvió a dibujar o no.

-Debería importante – Sana miraba sus manos – ella dejó de dibujar cuando su madre falleció. Nos dijo que había perdido las ganas de dibujar. Que ya nada sería lo mismo sin su musa – Sana hizo silencio - ¿Qué pasa si Momo es su nueva musa?

-¿Qué tiene eso de malo? – Sana subió su rostro y sus ojos se encontraron con los de Jihyo – has arruinado dos veces el plan con tus malditos celos.

-No son celos.

-Si lo son.

-No, no lo son.

-Por favor. Sé que son celos, se lo que se siente pensar todo el tiempo que la persona que amas puede estar enamorándose de alguien que no eres tú.

-No quiero hablar de eso.

-Deja que Nayeon haga su trabajo, si tiene que dibujar para que Momo se enamore de ella entonces déjala en paz.

-¿Qué pasa si la pierdo? – Jihyo miró a Sana - ¿Qué pasa si pierdo lo único bueno que me ha pasado en la vida? – la rompecorazones sentía cómo su corazón se hacía trizas.

-Se aprende a vivir con eso Sana – la japonesa sonrió y volvió a mirar a su amiga – se aprende a vivir sabiendo que no puedes tener a la única persona en el mundo que te haría feliz. Pero Nayeon es inteligente, ella no te dejará. No podría hacerlo nunca – Jihyo quería creer cada palabra que estaba saliendo de su boca pero, ni ella misma sabía si Nayeon terminaría dejando a Sana para quedarse con Momo – es mejor que descanses. Las dos estamos muy ebrias. Nadie puede manejar.

-¿Te quedarás conmigo?

-¿Crees que me iré dejándote en este bar? No pienses mal, confió en mi amigo. Pero no en los que trabajan con él.

-No quiero ir a casa.

-No iremos a casa.

-Gracias Jihyo.

-¿Por qué? – Jihyo caminó hasta el mini bar y abrió una cerveza.

-Por saber estar cuando no deberías.

-Me alegro que sepas que no debería estar – Sana miró nuevamente a su amiga - ¿Te molesta si me sacó los pantalones? El cuero me está matando.

-No – Jihyo sacó sus pantalones en cuestión de segundos – que alivio – se sentó al lado de Sana y le pasó una cerveza – creo que es buena idea si bebemos un poco más.

-Me bebería todo lo que hay en ese mini bar.

-¿Quién te detiene? – Sana miró a su amiga y le sonrió.

-¿Por qué te maquillaste? – Jihyo frunció el ceño – nunca te maquillas. O sea, lo haces pero, nunca ocupas tanta base.

-Supongo que quería intentar otra cosa – Sana miró el rostro nuevamente de su amiga.

-¿Creo que tienes razón?

-¿Con que?

-Con que soy yo a la que todo el mundo le ve la cara de idiota.

-¿Qué?, ¿Por qué dices eso?

-Ven para acá – Sana se sentó a ahorcajadas sobre las piernas desnudas de su Jihyo. Tomó una toalla húmeda de su cartera y la pasó por los pómulos de su amiga. No tardó mucho para que quedara a la vista un moretón gigante - ¿Quién te hizo esto? – Sana había limpiado las heridas de Jihyo desde que tenía uso de razón pero, el moretón de su ojo izquierdo superaba todo. Era una mezcla de color morado con rojo y azul - ¿Por qué no tienes derrame? – preguntó una preocupada Sana.

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