21.- Reencuentros y Verdades

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Momo no había podido sacar la imagen de Sana bajándose de ese auto. Había pasado la tarde entera fingiendo que le interesaba la película que Nayeon había puesto para ellas.

-Debo admitir que esto nunca me había pasado – las palabras de Nayeon la sacaron de su trance.

-¿A qué te refieres?

-A ti. No prestaste atención a la película. Y eso que dura 2 horas.

-Lo siento, de verdad lo intente – Momo sonrió.

-No mientas, ni siquiera lo intentaste pero no importa – Nayeon volvió a acomodarse al lado derecho de Momo – es mejor que me cuentes que es lo que estabas pensando, debo admitir que estoy algo celosa – Momo acomodó su cabeza en el hombro izquierdo de la pelinegra.

-La verdad es que no es nada especial – Momo hizo silencio esperando una respuesta de Nayeon que la hiciera sentirse satisfecha por su mentira pero nada, esa respuesta nunca llegó.

-Creo que sabes que puedo notar cuando me mientes y cuando eres honesta conmigo Momo.

-Prometo que te lo contaré – la japonesa giró su cuello y miró directamente a los ojos de Nayeon – aun no sé muy bien que significa lo que tengo en mi cabeza pero te lo contaré. Lo juro.

-¿Lo prometes?

-Claro que lo prometo – las dos chicas se sonreían mutuamente mientras se miraban - ¡DIOS COMO EXTRAÑE ESA SOONRISA! – Momo se abalanzó hacia el cuerpo de Nayeon quedando sentada sobre las piernas de la pelinegra. Dejó pequeños besos en su rostro. Era una escena muy infantil. Pero a Momo le encantaba – no creas que no me he dado cuenta de que no me has contado como te fue con tu abuela – Momo sintió como las manos juguetonas de Nayeon acariciaban su estómago por debajo de su ropa.

-Tienes geniales formas de matar los momentos íntimos – ambas chicas se sonrieron.

-Lo siento, me declaro culpable – Nayeon dejó un tibio beso en los labios de Momo.

-¿Entonces?, ¿Me dirás?

-Estuvo bien, pude ver a mi hermana – Momo sintió como su corazón latía con más fuerza al ver la sonrisa en el rostro de Nayeon cuando comenzó a hablar de su hermana – esta grande e inteligente – la voz de Nayeon se quebró casi por completo – realmente la extraño. No me di cuenta de que lo hacía hasta que la vi – Momo tomó las manos de Nayeon junto con las de ella – no sé en qué mundo he estado viviendo todo este tiempo la verdad. Ella es mi hermana, se supone que debo protegerla pero me he alejado de ella y, he dejado que mi padre la deje prácticamente sola viviendo en esa inmensa casa. Mi madre falleció y... y... y cuando eso pasó, yo... yo no supe como...

-No te eches la culpa – Momo acercó sus labios a la frente de Nayeon – todos tenemos fantasmas que nos persiguen – Nayeon miró a los ojos a la persona que tenía frente a ella – los humanos cometemos errores pero siempre, siempre tendremos una oportunidad de remediarlo, mientras tengamos tiempo claro está – esas palabras no dejaron indiferente a Nayeon. El tiempo se le estaba acabando, y era consciente de eso – deberías invitar a tu hermana uno de estos días.

-¿Quieres conocerla?

-¿Qué clase de pregunta es esa? Claro que quiero. Estamos juntas. Ella es parte de tu vida así que... - Momo no terminó de hablar cuando la pelinegra se le abalanzó a sus brazos y la abrazó con todas sus fuerzas. La japonesa dio por hecho que el abrazo había sido una respuesta de agradecimiento pero no, Nayeon la había abrazado por culpa, ella sabía Momo nunca le perdonaría el haber jugado con ella desde un principio aunque, eso ya no existía más. No después de que se dio cuenta, de lo enamorada que estaba de Momo.

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