A la mañana siguiente, Momo y Nayeon se levantaron temprano. El sol aun no terminaba de salir cuando las dos chicas ya estaban desayunando en completo silencio. Eran las únicas levantas a estas horas, la demás gente simplemente dormían.
La razón por la que las dos chicas habían madrugado fue porque, Momo tenía que estar en otro distrito para poder hacer su actividad de la universidad. Nayeon manejaría hasta el lugar, el viaje no era corto así que era mejor viajar temprano para poder llegar a una hora decente.
-Realmente lo siento – dijo Momo mientras apretaba su cinturón de seguridad.
-¿Qué es lo que sientes?
-Tener que despertarte tan temprano.
-No te preocupes, después de todo, suelo tener malos habito de sueños – Nayeon encendió el motor y partió – por ende, no suelo dormir mucho tampoco.
-Con mayor razón.
-No te preocupes Momo – Nayeon colocó su mano derecha en la mano izquierda de Momo que estaba sobre su regazo – trata de descansar, el viaje es de dos horas y medias – Momo no dijo nada. Se quedó observando lo bien que se veían las manos de las dos juntas. Lo único que quiso en ese preciso momento era que el tiempo se detuviera. Había pasado días al lado de Nayeon increíbles, días que pensó que nunca podrían ser realizados pero no, la pelinegra le había demostrado, que ya no saldría corriendo cada vez que Sana llamara a su teléfono. Ahora ella era su prioridad.
-No me arrepiento de haberte traído conmigo – Momo entrelazó sus dedos con los de Nayeon – ha sido una sorpresa, pero para bien – Nayeon giró para mirar los ojos de Momo – no me falles Nayeon, no ahora – Nayeon se detuvo cuando el semáforo dio rojo.
-No lo haré – realmente quería creer que tendría tiempo para explicarle todo a Momo sin que alguien más lo haga por ella – lo he pasado genial, me ha servido mucho. En todo ámbito.
-Me alegra escuchar eso – Momo se sintió en confianza y llevó los nudillos de la mano que tenía entrelazada junto con la de Nayeon a sus labios. Dejó pequeños besos sin dejar de mirarla – dormiré – habló con una sonrisa.
-Yo velaré tu sueño, no te preocupes.
Nayeon sintió que todas sus paredes se derrumbaban. No podía dejar de observar el rostro de la japonesa que tenía en frente. Se pudo dar cuenta, cómo el rostro de la arquitecta comenzaba a relajarse. La imagen la hacía sentir paz, una sensación que no sentía desde antes que su madre falleciera. Bajó la vista y se enfocó en sus manos. Realmente se veían bien juntas. Decidió sacar su celular y tomar una foto del momento. Cuando miró la foto se dio cuenta de que no podía dar marcha atrás. Trataría con todas sus fuerzas, de hacer que esto funcionara. Tenía que hacerlo, aun sabiendo, todo el daño que podría hacerle a Momo si esto salía mal.
Nayeon decidió enfocarse en el viaje. Mientras recorría la carretera sintió como su teléfono comenzaba a vibrar. Al parecer, habían llegado a una zona con señal. Revisó su teléfono rápidamente y notó los mensajes de Jihyo y Sana. Pensó en revisarlos pero no lo hizo. Este no era el momento para preocuparse de los problemas de otras personas aunque, esas personas, sean Sana y Jihyo.
Sana se despertó con el mismo dolor de cabeza con que se acostó. Las imágenes de la noche anterior comenzaron a bombardearla. No podía creer que su noche había pasado de perfecta a estar completamente arruinada en cuestión de segundos. Odiaba no poder controlarse, odiaba haber golpeado a Jihyo. Ella sabía que no se lo merecía, cómo tampoco se merecía todos los golpes que recibe a menudo. La japonesa se sentó en su silla frente al espejo, tomó su celular y marcó en número de Jihyo. Necesitaba intentarlo, al menos poder quedarse tranquila.