Momo y Nayeon no se habían vistos en 4 días. La pelinegra era consciente de que le quedaban sólo tres días para romperle el corazón a Momo. Situación, que la tenía estresada. Había estado pensando en la forma de acercarse a la japonesa pero nada funcionaba. Incluso dejó de salir al mismo tiempo que ella de su departamento. Nayeon creía que ignorándola las cosas se arreglarían pero no, Momo no era de ese tipo de chicas. Posiblemente, la futura arquitecta no dejaba de pensar que Nayeon era una cobarde, que le había mentido nuevamente. La pelinegra estaba perdiendo la cordura.
-¿Qué hago mamá? – Nayeon tomó la foto de su madre entre sus manos y la miró. La dejó sobre el escritorio y notó que había un sobre encima. Recordó lo que Momo le había contado. Tomó la carta y comenzó a leerla.
Era una carta de su abogado. Un abogado que su padre no tenía idea que existía. Nayeon no había querido decirle a nadie pero, desde que su padre le había pasado las llaves del auto de su madre había estado investigando acerca de su muerte. El padre de Nayeon le dijo que su madre había fallecido en un accidente de tráfico lejos de la ciudad. Era una ciudad lejana, la mitad era campo y el resto, estaba urbanizado. La pelinegra se comenzó a preguntar que hacía su madre ese día en ese lugar cuando se suponía que debería estar hospitalizada. Nunca creyó la versión de su padre y por eso, decidió investigar por su cuenta.
La carta decía claramente que el auto no había estado inmerso en ningún accidente de tránsito. Y que en la fecha que su madre falleció, no había nada que indicara un motivo razonable para que su madre estuviera en ese lugar esa noche. Todo era confuso. Nayeon tomó el celular y llamó a su abogado.
-Buenos días señorita Im.
-Buenos días – Nayeon guardo silencio – lo que dice la carta ¿es verdad?
-Sí, lo es.
-¿Por qué me mentiría mi padre?
-Supongo que esa noche ocurrió algo más. Necesitamos juntar todas las piezas detalladamente. Será difícil, probablemente demoraremos más de lo indicado.
-No me importa cuánto demore. Sólo quiero saber la verdad.
-Lo sé. Cualquier cosa, volveré a mandar una carta.
-Gracias, te pagaré en la tarde.
Nayeon pensó que sería buena idea contarles a Sana y Jihyo lo que estaba haciendo, así tendría apoyo y podría ver todo el problema desde diferentes punto de vista. Tomó su abrigo y abrió la puerta - ¿Qué haces acá? – preguntó una sorprendida Nayeon.
-He estado parada acá desde hace 5 minutos. No sabía cómo hablar contigo – Nayeon sonrió - ¿Por qué sonríes?
-¿Necesitas algo? – Nayeon se dio cuenta de que Momo tenía un bolso con ella - ¿A dónde vas?
-Creo que cuatro días sin hablar es mucho.
-Tierna – Momo la miraba directamente a los ojos – tampoco sabía cómo acercarme a ti.
-Haré un viaje.
-¿Qué?
-Pasaré tres días afuera de Seúl.
-Supongo que está bien si necesitas pensar – después de esa frase Nayeon recordó el plan de Sana. Ella no podría, no podría romperle el corazón a Momo de esta forma. Posiblemente la chelista jamás se lo perdonaría pero, tarde o temprano todo volvería a la normalidad – realmente espero que este viaje te ayude.
-¿Quieres venir? – Nayeon sentía como su corazón comenzaba a saltar de felicidad.
-¿Qué?