17. Sesiones de Amor

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Sana llegó a la dirección que Jihyo le había enviado por mensaje. Se dio cuenta de inmediato que no era el mismo lugar al que habían ido la noche anterior. Tenía mucha curiosidad por saber, porque había cambiado el lugar.

Cuando llegó al sitio de la ubicación se dio cuenta que era un barrio muy concurrido y familiar. Se podían observar diferentes tipos de familias. Sana sonrío al ver a pequeños niños corriendo por todos lados. A pesar de su carácter, Sana amaba a los niños.

-Lamento haberme tardado – Sana volteo y se encontró con Jihyo. Estaba mucho más linda que la última vez que la vio. Llevaba tacones altos de color negro, pantalones negros ajustados a sus piernas fornidas, una camisa blanca que dejaba tres botones abiertos. Se podía ver claramente la cadena dorada que le colgaba del pecho. Tenía un abrigo encima y su cabello negro, corto, la estaba volviendo loca.

-No te preocupes, acabo de llegar.

-Te ves increíble – Sana se había colocado una falda que le llegaba más arriba de las rodillas, una blusa color pastel con estampados de flores, dejo su cabello suelto y una chaqueta – me gustan esos zapatos – Sana sonrió.

-Tú igual te ves muy bien.

-¿Caminamos? – Sana asintió sin decir una palabra.

La caminata fue en silencio. La mente de Sana estaba tratando de disculparse desde que comenzaron a caminar pero no encontraba como. Se sentía inútil.

-Sabes que no es necesario ¿verdad?

-¿Qué cosa? – preguntó Sana.

-Que te disculpes. Ya fue, ya lo olvide.

-Como sabias que...

-Soy amiga tuya desde que tengo uso de razón – las dos se miraron – desde acá podía sentir tus pensamientos – Sana sonrió.

-¿Por qué cambiaste el lugar?

-No quería que apareciera nuevamente gente que nos pudiera arruinar la noche – Sana dejó de caminar - ¿Qué?

-Esto... no es una cita ¿verdad?

-¿Si lo fuera te molestaría? – Sana se ruborizó. Había algo diferente en Jihyo esta noche. Se sentía con confianza.

-No, no me molestaría.

-Entonces vamos – Jihyo extendió su mano y Sana se la tomó. Por una noche, la japonesa quería dejar de pensar, de preguntarse cosas, de sentir que el mundo la odiaba. Por una noche, Sana quería sentirse amada y ella sabía que, la única persona que la hacía sentir así, era Sana. Incluso, por sobre Nayeon

Cuando llegaron al puesto, Jihyo pidió el menú para tres. Sana sabía que Jihyo amaba comer y odiaba dejar comida en los platos. Siempre que le preguntábamos porque no dejaba comida respondía lo mismo. Su madre le había enseñado a que tenía que comerse todo lo que había en el plato.

La cena fue divertida. Jihyo no dejó que hubiera momentos incomodos entre ellas. Después de todo, no era la primera cita que tenían. Habían ido a comer muchas veces juntas anteriormente pero, había algo en la cabeza de Sana que no dejaba de dar vueltas. ¿Qué harían después de esto?, ¿Dónde la llevaría? Sana no quería que su noche terminara tan rápido.

-Estuvo delicioso – Jihyo bebió su copa de vino en un sorbo.

-Realmente es la comida más deliciosa que he probado

-Te dije que estos lugares hacían maravilla con poco.

-Deberíamos volver.

-Sí, deberíamos – dijo Jihyo sonriendo – quizás las tres.

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