¿Aún me amas?

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Estaba tirado en la esquina de nuestro cuarto, sentía como las lágrimas se escurrían por mis mejillas mezclándose con los mocos que salían de mi nariz, los que limpiaba a cada momento con la manga de mi camisa ya húmeda.

Ahora sólo se escuchaban mis sollozos inundando la habitación, la que antes estaba cubierta por gritos de batalla a muerte.

Suspiré y dejé caer mis piernas que antes escondían mi cara, volteé a ver la cama, la que fue testigo de tantos de nuestros encuentros pasionales y amoroso, donde nos habíamos jurado amor eterno.

Aquellas paredes que grababan nuestros gemidos mezclados cada noche, rasgadas y sucias por las cosas que habían chocado contra ella.

Decidí levantarme. Lentamente me ayudé con mi mano,  empecé a caminar entre el vidrio del retrato que ahora se encontraba roto y me agaché para tomar la foto del piso, la contemplé mientras pasaba uno de mis dedos por la parte donde se encontraba él. Mi verdadero Perth, el que me cuidaba y demostraba cariño.

Tapé mi boca rápidamente tapando otro sollozo que salió de mi boca junto a mis lágrimas, tiré la foto como si quemara al mueble a la par de la cama y salí huyendo de ese lugar.

Mis pies descalzos sentían el frío piso de la sala, mis ojos recorrían cada parte de ella buscándolo a él. Fue en vano

Se había vuelto a ir, que estúpido. Yo mismo escuché su portazo después de que terminó la pelea.

Caminé hasta la cocina, mi estómago me exigía comida apesar de que mi boca no tenía ganas de masticar nada, tampoco de hablar o hacer otro ruido que no fueran sollozos ahogados.

Abrí el refrigerador limpiando mis ojos del restante de lágrimas, me ardían y estoy seguro de que están muy rojos. Por alguien que ya no vale la pena.

Saqué 3 huevos y una caja de jugo, no quiero nada pesado como él, cerré la puerta de la refrigeradora y tomé la primera cazuela que estaba allí y la puse encima del fuego que acababa de prender en la cocina eléctrica.

Quebré los huevos y los eché escuchando el típico crujido de cuando estos sentían lo caliente.

Quedé viendo ido al frente, los recuerdos de minutos atrás volvían a mi mente, cada una de sus palabras hiriendome como cuchillos calientes.

"Tú y yo ya no podemos hablar como antes, eres una pérdida de tiempo"

Tragué en seco mientras la otra parte se reproducía en mi cabeza.

"Cualquiera en este momento es mejor que tú, cualquier inepto podría ser más razonable, sensato y me haría más feliz que tú"

Las lágrimas corrían de nuevo por mis mejillas y mi cuerpo inmóvil que no soportaba recordar la peor parte de todo.

"Te fui infiel"

- ¡Auch! - me quité inmediatamente de donde estaba mientras me sobaba la mano donde acababa de salpicar el huevo - ¡Maldición!  - Apagué rápidamente la cocina y tomando un plato serví el huevo.

Me senté en la mesa y abrí la caja de jugo y empecé a comer. Necesitaba dejar de llorar, ya no. Estos últimos meses no he hecho nada más que eso.

Miré la silla a mi lado. La que una vez estaba ocupada por él. ¿Cuándo mis comidas se habian vuelto en esto? Solo para poder seguir sobreviviendo a este maldito infierno.

Mis pensamientos recordaban de nuevo.

"- ¿Qué tal te fue en el trabajo hoy? - Le pregunté suavemente mientras terminaba de servir la comida en su plato y me acomodaba en la silla a su lado".

Amor RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora