Lo primero que experimenté al despertar fue la sensación de una sed agonizante. Era como una especie de puñalada en el estómago y una sequedad horrible en la garganta, mi cuerpo temblaba y mis sentidos estaban agudizados. Percibí el olor a sangre fresca y mi instinto fue salie corriendo hacia donde provenía aquél delicioso sabor. Una parte de mí, se repudiaba ante el hecho de que quisiera beber sangre y el otro solo quería saciar la sed.
Me detuve y ahí estaba un repartidor de pizzas que habi caído de su moto y tenía la rodilla sangrando. Quise atacarlo ahí mismo pero Gabriel me detuvo colocando sus mano en mi hombro.
— Aquí tengo una fresca.
Me lanzó un termo lleno de sangre, lo bebí como si fuera el último vaso de agua en el desierto y pude sentir como me sentía menos un animal, porque era así como me sentía poco humana y más animal, si no hubiera sido por Gabriel el pobre repartidor de pizza estaría del otro lado.
— Hay que ayudarlo.
— Vete y yo me encargo.
Salí corriendo hacia la casa de Gabriel, notando lo rápida que era ahora, siendo inexperta caí sobre el suelo tropezando con mueble y rompiéndome el labio. Sentí el sabor a hierro en mi boca y me miré en un espejo. El mito de que los vampiros no pueden ser vistos en un espejo era completamente falso.
Me vi completamente diferente, mi piel era más pálida, ya no tenía el típico bronceado y mis ojos seguían siendo verdes pero eran más penetrantes y vivos que antes. Mis colmillos sobresalían cuando abría mi boca.
— Tienes que limarlos antes de ir a clases, crecen cada 12 horas y puedes usar crema bronceadora si lo prefieres. Bebe sangre una o dos veces al día y usa esto.
Me dio un bloqueador solar con ingredientes particulares.
— Es para el sol.
Lancé el bloqueador solar en su cara y él se quedó atónito con mi actitud.
— Lo que necesito es una viaje en un tiempo para jamás haberte conocido. Si hubiera sabido la clase de monstruo que eras jamás ne hubiera metido contigo. Ni siquiera por el supuesto cariño que me tenías me diste la oportunidad de elegir si quería ser esto.
— No tenía elección.
— Si la tenías, porque si en un año de noviazgo no lo hiciste ¿por qué ahora?
Él se mantuvo callado y desapareció, dejándome sola en aquella mansión. Pensé que era el momento propicio para escapar, pero se había encargado de dejar todo cerrado antes de irse.
Subi hasta el segundo piso, sabiendo que desde cualquiera ventana saltaría y así lo hice. Lo que no sabía era que a la bajada me esperaba él.
— Supuse que harías eso, no sabes estar en un sólo lugar. Ahora acompañame a un lugar.
Se quedó mirando mi cuello y me acomodó el collar, cuyo cristal se había puesto de color rojo, suponía que se le coló sangre del día que el decidió convertirme en esto.
— Gabriel debo hablar con mis padres deben estar preocupado de que no haya vuelto a casa. ¿Sabes dónde está mi celular?
Él me lo entregó.
— Diles que estás conmigo y de ahora en adelante vivirás conmigo.
— ¡Estás loco!, las cosas no son así de fácil, mi madre tendrá un infarto si le digo eso.
— Ellos me aman.
— Pero no a tal punto de permitir que me vaya a vivir contigo sin haber terminado ni el colegio, ni la universidad. Eres un simple chico de 18 años, sin trabajo, sin padres...
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Sangre De Cristal (Libro 3 De Saga Fuego Azul)
FantastikDe la saga Fuego Azul llega un capítulo aparte. Existe una leyenda muy antigua acerca del poder del cristal. Esta leyenda relata que quien sea el privilegiado de poder manejar este delicado obsequio de la tierra, podrá unir razas a su antojo y repri...