Capítulo 10 "A-Yao"

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Cuatro días después de sus primeras visitas a la cantina.  Y luego de una terrible noche de resaca, Lan Xichen se despertó apesadumbrado. Con cuidado se colocó las pantuflas y la bata de cama. –¿A-Cheng? ¿Qué hora es? –Pregunto. Movió su mano hacia el lugar donde debería estar el Omega descansando, pero aquél no se hallaba. –De nuevo tuvo el turno pesado. –Musitó. No le dio más vueltas al asunto, con un ligero estiramiento, se incorporó y bajo a la cocina. Donde la sirvienta tomaba su desayuno en completa calma. Lo que lo saco de sus pensamientos no fue verla hacer el vago. Meng Yao se hallaba sentado a su lado, bebiendo un té y comiendo algunas galletas. Se preguntó si su borrachera fue tanta como para olvidar que había llevado al beta a su hogar la noche anterior.

–¡Buenos días, dormilón! –Expresó el beta con una ligera y hermosa sonrisa que hacía que los hoyuelos de sus mejillas se mostrarán encantadoramente. –¿Dormiste bien?, Ayer estabas demasiado alterado...

–A-Yao, hablemos después ¿Te parece? –Le cuestionó. Echo un vistazo discreto hacia la sirvienta.

–Bien. ¿Te sirvo el desayuno? ¿O sólo tomarás café? –Pregunto. Se levantó sonriente, evitando que la mujer desatendiera su hora de alimento. Parecía estar seduciendo a Lan Xichen, pues se recargo ligeramente sobre la encimera a la espera de la respuesta del alfa.

–A-Yao no hagas eso. –Expreso Xichen.

–¿Hacer que cosa?, Mi espalda duele. Ayer tiraste de mí muy fuerte, ¿Olvidaste que me caí de la acera por tu culpa? Que desconsiderado te has vuelto, Zewu-Jun. –La mirada divertida de Meng Yao causaba cierto nerviosismo en Xichen. Aunado a eso. Las lagunas mentales derivadas de tanto alcohol que ingirió la noche anterior, le impedían recordar completamente lo que había sucedido con su amigo.

–Le amo Cheng llamó esta mañana. - Dijo la sirvienta. Se notaba incómoda más no lo externaba debidamente.

–¿Qué hora es? –Cuestionó Zewu-Jun.

–Son las once en punto. –Meng Yao le entregó la taza de café caliente. -Ayer me dijiste que te tomarías el día.

–¡No puedo tomarme el día, A-Yao! –Bebió el café con prisas y corrió escaleras arriba para darse una ducha, vestirse y salir rumbo a la empresa familiar. – ¿Te llevo a tu casa? –Cuestiono apenas vio al beta y listo para marcharse.

–No te preocupes por mí. Tengo dinero como para poder tomar un taxi. –Sonrió. Se acercó a Xichen, sólo para acomodarse la corbata. –Al menos mírate al espejo, un jefe debe ir siempre bien presentable. –Un vehículo llegó enseguida y el beta subió. –¡Que tengas un buen día. Me dió mucho gusto verte de nuevo!

–A-Yao no ha cambiado nada. –Se dijo Xichen. Recordó que ese día tenía una junta muy importante con los accionistas de la empresa familiar. Por lo que se apresuró a entrar a su vehículo y pedirle al chofer que acelerara para llegar a tiempo. Al arribar a su oficina, la secretaria ya estaba esperándole con los informes de la pasada junta. –Lamento haber tardado. Me quede dormido ¿Aún están los socios en la sala de juntas?

–Sí, señor. Se veían algo molestos. –Dijo la mujer. Lo siguió de modo cauteloso. Adentro, los socios del conglomerado estaban a la espera del Jade, incluidos Lan Zhan. El menor se mantenía callado, comunicándose por medio del chat de su celular.

–Lamento la demora. No tengo justificación. –Dijo Xichen. Se sentó y de inmediato la junta comenzó. Lan Zhan noto extraño a su hermano mayor aquel día. Los asuntos importantes fueron expuestos por los socios, siendo plenamente atendidos por el jefe en turno, Zewu-Jun.

–Debemos detener los rumores que están saliendo en los medios. Gusu Enterprise ya ha perdido mucha credibilidad desde el incidente de los supresores de mala calidad. –Decía uno de los sujetos. Lan Zhan dejó su móvil sobre la mesa y le dirigió una mirada desaprobatoria al socio. –¿Me negara que gracias al rumor de su próximo matrimonio, hemos podido desequilibrar la balanza de acusaciones que los medios nos han estado arrojando desde que la noticia se dio a conocer? Somos empresarios, sabemos los riesgos del mercado. Pero debemos proteger del mismo modo lo que nos ha costado un gran esfuerzo tener. Solo le pido, señor director, que deje de asistir a esos lugares de perdición. Su abuelo Lan Qiren está de acuerdo con nosotros.

Hasta el final.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora