Carta Confesión

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 Pensé en escribirte una carta, una que en serio te responda el por qué de mis decisiones, la razón de mi dolor y que allí esté la respuesta a la piña que te quiero dar. Y creo que dice algo así:

Querido y odiado vos:
 Mucho tiempo me estuviste preguntando por qué no me salía decirte cómo me sentía y no supe encontrar las palabras adecuadas para hacerlo, y acá están: me haces sentir chiquita, tonta, vulnerable y sumisa, siento que mis palabras frente a las tuyas, son inútiles y que estoy siempre equivocada y que lo que siento no debería sentirlo, que soy tonta por pensar lo que siento y aunque me des razones para hacerlo, no debería quejarme. Siento que si digo lo que me pasa te vas a enojar, te vas a burlar como haces cada vez que trato de hacerlo, siento que voy  vulnerabilizarme aún más. Siento que ante el primer cuestionamiento que me hagas, aunque tenga argumentos, voy a callar otra vez tratando de buscar las palabras y voy a sentirme tonta por no poder hacerlo, siento que voy a volver a callar lo que siento y voy a decirte "Tenés razón" aunque pueda haber otra cosa por aportar y hacerte cambiar de parecer. Siento que si te cuento me voy a sentir tonta, me voy a trabar, olvidarme de mis palabras y voy a pasar vergüenza frente a vos. Siento que de alguna forma me vas a exigir más, pedirme que te diga más y voy a retroceder y negarme, que me voy a debilitar en el preciso instante en que no pueda responderte una pregunta tan simple como "¿Por qué?" y quede en blanco.
Te estarás preguntando: "¿Por qué me lo podes escribir pero no me lo podes decir?" Y te digo que no lo sé. Cuando sepa, prometo decírtelo, escribírtelo, pero por ahora no puedo.

 Voy a decirte lo que siento y estoy decidida. Me siento usada, humillada e inútil; porque así me haces sentir, desde siempre. Burlándote de alguna opinión que doy sobre un tema en el que diferimos, de alguna vez en que me sentí bien conmigo misma. Tratándome como si fuera un pedazo de carne a la hora de intimar, como la vez que me dijiste "Estas toda babosa" cuando me encontraba excitada como correspondía. Ese día saliste con asco de mi interior y me sentí culpable por aquello.
 Me vas a mirar con esa cara de "¿En serio?" Y si, en serio. Porque hoy pasamos una tarde hermosa, porque hoy me haces mimos, me besas el cuello, me haces tuya, pero después no me respondes los mensajes, me tratas mal, como si no mereciera un buen trato después de todo.
 El otro día estuve en tu casa. No cesaste tus insultos un segundo, me hiciste sentir fea, tonta, me hiciste sentir mal con lo que tenía puesto sabiendo que tardo muchísimo buscando la prenda correcta. Me hiciste sentir gorda cuando, un rato antes, tu hermana me había dicho que estaba más flaca, me hiciste sentir insegura por la decisión que había tomado una y otra vez, siendo que vos la estas pasando mejor que yo. 

No se si me extrañas, me odias, me amas... No sé si es verdad cuando decís que te preocupas por mi, ni cuando decís que me amás, porque no sé qué pasa por tu cabeza y me da miedo.

Cuando estoy con vos, me siento fea, poca cosa. Siento que nada va a ser suficiente: que la ropa que me pongo no es suficientemente linda, que no estoy suficientemente arreglada. Sé que estoy bien, y a la vez no, y empeora cuando me decís "¿Por qué te pones esos jeans? Te quedan para el orto"

 Otra cosa que siento muy a menudo cuando estoy en la puerta de tu
casa a punto de golpear; en la puerta de tu cuarto, a punto de pasar; en las sábanas de tu cama, esperando a que entres; son nervios. Si, también me pongo nerviosa: se me enriedan las palabras, no puedo pensar con claridad, me cuesta formular las oraciones. Me haces poner nerviosa y me da vergüenza. Eso siento cuando estoy con vos, nervios y vergüenza. Me cuesta muchísimo todo cuando me pasa, me siento torpe, por eso notás que con otras personas soy diferente, porque me pongo tan tonta... Sí, me encanta sentirme así, tonta, es la mejor forma que tengo de saber que en serio tengo miedo de dar un paso en falso, ponerme en evidencia, hacer el ridículo y dejar de gustarte un poquito más, pero a la vez es horrible. 

Hace unos días que escribí lo último, (me di cuenta que me es más fácil así, ir escribiendo a medida que voy pensando) y pensaba que hace dos días fui a tu casa con promesas de mimos y me fui sin recordarlo. Mucho más tarde caí en la cuenta de que me faltaron tus caricias y volví a sentirme usada, con un vacío horrible, me sentí como cuando vas a una prueba sin estudiar y escribis lo que te sale y cuando entregas te acordas todo y no podes hacer nada. También me sentí defraudada, timada y frustrada porque volviste a hacerme eso de llevarme por un camino diferente con tus besos. Hasta me agarraste el pelo y me besaste y acomodarste como quisiste.
Me siento un estorbo, y es desagradable. Siento que solo yo siento y que no te interesa en lo más mínimo hablarme sobre vos.

Bueno, normalmente cuando escribo algo sobre o para vos es bastante diferente, así que también quiero leerte algún que otro escrito que tenga guardado acerca de tu cabello largo, tus ojos oscuros o tu piel. 

Hoy estás enojado, te sentís como yo me sentí por mucho tiempo. Me dijiste que no te trate como si me importaras. Me importas, muchísimo. Sino no estaría escribiéndote esta carta, sino no iría hasta tu casa para después volver, sino no le mentiría a mi vieja para poder verte, no me arriesgaría a terribles cagadas a pedo... Pero lo hago. Porque a demás de hacerme sentir como ya te dije, también me haces sentir maravillosamente bien, porque amo estar con vos, porque me gusta que me riegues besitos por todos lados, adoro querer levantarme de tu cama y que me agarres por la cintura para que vuelva a acostarme. Amo la infinidad del tiempo que se crea en tus besos, en tus abrazos, amo sentir el calorcito, ese cosquilleo, ese vértigo como cuando te hamacás muy alto.
En cierto punto adoro tu posesividad, tus celos, tus ganas de que sea tuya, tuya y sólo tuya.

Pero, bieno, creo que eso es todo, y nada más.

Poca CosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora