x. si te cabe la corona
Cherry estaba segura de que algo había olvidado por completo, y ciertamente era cierto cuando Ben le recordó de su cita esa tarde. Ella, aunque había prometido no usar más magia cuando le confesó a su novio que la poseía, fue en contra de su promesa y le pidió el antiguo libro de hechizos de Maléfica a Mal.
Ahí estaban, con la cena hecha de magia y comida construida con la misma.
Cherry nunca admitiría que toda la comida que en aquel momento Ben estaba halagando, recordando que algunos de esos alimentos eran los que la señora Potts había hecho a su madre en el castillo de Bestia, eran completamente falsos y que en realidad su esfuerzo había sido nulo.
Hasta que, obviamente, algo malo ocurrió. Un fallo en su plan.
El castaño pidió servilletas, y al momento de ellas buscarlas en la sesta el descubrió el libro de hechizos.
—Hechizo de lectura rápida... Hechizo de comida... ¿Todo esto es mentira?— preguntó el rey comenzando a enfadarse señalando la comida frente a el.
—... revierte— murmuró la rubia a lo último de pronunciar un hechizo para borrar ese momento de la mente de Ben.
—¿Estabas tratando de hecizarme?— preguntó el oji miel incrédulo.
—¡Lo siento! ¡Pero no es fácil para mí fingir ser una princesita de la corte!— exclamó la oji celeste explotando y soltando al fin sus pensamientos.
—¡Lo sé! Pero, ¿crees que es fácil para mí ser rey?— gritó preguntando el rey tratando de salvar la situacion, aunque ciertamente solo la estaba arruinando.
—¡No! ¡Se que no! ¡Pero al menos no tuviste que cambiar toda tu forma de ser para que el resto de éste lugar te aceptara! ¡Te quieren por lo que eres, y no por lo que tienes que fingir ser! ¡Si lo pensamos bien, tu solo tienes que preocuparte por si te cabe la corona!— gritó ella en respuesta al fin expresando todos sus pensamientos.
El chico se le quedó mirando incrédulo no dando crédito de lo que sus oídos escuchaban.
—¿Eso piensas?— preguntó.
—¡Lo lamento! ¡Pero si, es lo que pienso y no cambiaré mi forma de pensar por el simple hecho de amarte!— dijo a lo último y se paró— ¡Esto es lo que soy en verdad!— dijo desapareciendo toda la comida y dejando solo un sándwich de mantequilla de maní. Y se retiró de el dejando a el chico solo con el alimento.
—¡Mantequilla de maní, mi favorito!— le gritó tratando de olvidar todo lo demás pero la chica ya se había ido.
Su cita, y, posiblemente su relación, se habían arruinado.
Dejaré esto aquí y me iré lentamente después de haber arruinado el Berry.
Bai
—Carry.