*Capítulo 15

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Durante dos ciclos Yaten tuvo que ser el anfitrión de las chicas y aunque no le molestaba pasar tiempo con Mina, a veces se le hacía difícil tener que integrar a Serena en sus planes porque él no quería perder tiempo siendo un guía turístico, él quería intentar sacar a relucir su lado romántico para descubrir si de verdad tenía uno y si a Mina en verdad le gustaría.

––Oigan chicos, me quedaré un rato aquí con Chibi-Chibi, ustedes sigan caminado ––dijo Serena mientras ella y la pequeña se sentaban en el borden de una fuente.

––Si están cansadas podemos detenernos un rato ––dijo Mina.

––O busco mi auto, sé que las he hecho caminar demasiado ––dijo Yaten.

––¿Bromeas? Es la primera vez que caminar tanto me parece poco. No se detengan por nosotras, solo queremos apreciar lo bonito del parque, Chibi-Chibi quiera jugar un poco.

––Es cierto ––dijo la pequeña con una tierna sonrisa.

––Ya ven. Ustedes continúen viendo tiendas y si quieren nos vemos en el museo, no creo que nos extraviemos.

––¿Segura?

––Si Mina... igual sabemos llegar a casa de Seiya, así que no te preocupes.

––Bueno, pero toma esto ––y Yaten le dio un reloj––. Presiona este botón y te comunicaras conmigo. No dudes en llamar si no nos encuentras.

––Esta bien. Gracias.

Serena se daba cuenta que era un mal tercio, pero a pesar de temer perderse, entendía que debía quedarse atrás para que ellos estuvieran juntos a su modo porque a fin de cuentas ese era el principal objetivo del viaje.

––Bien pequeña, ¿quieres ir a algún lado?

––Caminemos, me gusta ver a las personas ––y sujetó su mano.

––A mí también, son muy curiosos.

––Y coloridos ––dijo entre risitas la pequeña.

––En especial eso ––y rio con ella.

Antes de salir de casa, Serena pensaba que se encontraría con gran cantidad de rarezas entre los habitantes, pero conforme se adentraban en el centro de la ciudad, se daba cuenta que por muy llamativos que fuesen algunos todos eran personas relativamente muy normales. La mayoría de los habitantes que podían ser clasificados como comunes eran o eridianos o viejos nativos de Kinmoku, ellos eran los más parecidos a los terrestres. Contados eran aquellos que tenían tez brillante como Adara y su mayoría eran chicas, parejas o adultos, y los chicos solos contemporáneos con ella eran escasos. Pocos tenían piel de un color diferente a los asociables con los usuales y la gran mayoría lo que si tenían era el cabello de variados colores, formas y hasta texturas porque algunos cabellos parecían tener vida propia.

La calle parecía estar en un constante desfile gracias a toda la diversidad de personas que había, pero sin importar que tan diferentes se vieran por fuera, todos proyectaban ser personas gentiles que lo único que les preocupaba era cumplir con sus actividades. Nadie se detenía para observar a otros y menos para criticar o comentar como iban arreglados.

––Chibi-Chibi, ¿tú sabes si aquí hay niños?

––Muy pocos ––respondió algo triste––. No muchos niños tenían fuerzas para volver.

––Ya veo, entonces supongo que hay pocas escuelas.

––Si, hay más institutos para grandes que para chicos.

––¿Acaso no pueden tener hijos?

––No sé, Fi... los chicos saben ––se limitó a decir.

¿Qué nos espera al Amanecer?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora