Mi momento

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Vivimos de ilusiones,
Esperando que se cumplan y,
Cuando estas se esfuman,
Comenzamos a vivir la dura realidad.

Pero yo, completamente entera,
He vivido de tantas... que no
Sé ya cual era la realidad entre ellas.
Porque se rompen y, en el proceso,
También te rompen a ti y es justo ahí
Cuando te das cuenta de que no era real,
Y que por mucho que quieras que lo sea,
Jamás lo será.

Las mentiras eran la base de la coherencia,
Era aquel pegamento que nos unía;
Y mi venda era tu camino sin moros
En la costa.
Sin peligro de no poder regresar.
Y, a la vez, era la cárcel que yo sola
Me había creado.

He sido prisionera de mi misma,
De la confianza que había depositado en ti
Y de todas aquellas lágrimas que me ahogaron durante tanto tiempo.

Aquella venda, insípida e inerte,
Había vivido, valga la redundancia,
En primera línea el desamor.
Pero me había enseñado a no dejarse dominar. Nunca.

Me había enseñado que amar,
Por mucho que duela,
Consiste en olvidar.
Y quisiera retroceder,
Y deshacer los caminos recorridos a tu boca.
Quisiera volver a revolver roma sobre tu pecho,
Para que la siguiente persona se pierda
Y jamás descubra quien eres de verdad.
Quisiera remediar el dolor y la tortura
De tener que olvidarte,
aunque mi corazón implora que vengas a despedirte de mi.

Quisiera tantas cosas,
Que hasta pediría rebobinar
Y me sacaría yo misma la venda.
Diciéndome, y a ti también,
Que el juego se había acabado
Y la única ficha en el tablero era yo.

La rabia, impotencia y el dolor
Convertirían mi ser en venganza,
Y a ti en la víctima de mis pensamientos.
Porque sabía, y tú también, que tenías que sufrir.
Pero, también, ambos sabíamos y seguimos sabiendo, que es mi momento.
Y que ahora me toca a mi vivir.

El camino de rosas se ha incendiado,
Y la bomba detonante fueron las ilusiones;
Esas que se le han inculcado a una niña
Durante toda su vida.

Y yo caminaba por ese camino,
Con paso firme y confianza.
Porque yo era la que había hecho que explotase
Cansada de los estereotipos,
Del amor falso que se enseña,
De tener que amar a quien me daña;
En vez de poder alzar mi voz.

Me había cansado de agachar la cabeza,
Aceptar que tus errores eran míos y que los míos siempre afectarían a los dos.
Era el momento de ser libre y amar,
Pero amarme por encima de todo
Y sobretodo, de todos.

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