El fuego interno

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Todavía no lo entiendo,
Y sé que tardaré en entender.
Pero solo te pienso, sosteniéndome.

He estado tan sola y vacía,
Que la compañía del viento
Acariciando los huesos de mi cuerpo;
Era la mejor melodía de un día perfecto.

Que el dolor no puede ir a más
Y eso lo sé yo de primera mano.
Porque la piedra ya se ha hecho mi amiga y creo que hasta me he empezado a enamorar de ella,
De su masoquismo por dañar,
De sus inagotables ganas de verme derrotada ante ella,
De que siempre le pida clemencia.

No hay más,
El dolor ha sido el punto máximo
Y todo es efímero ante ese sentir.
Que el tacto de los demás no conforta mi cuerpo,
Y este congela sus manos al tocarme.

Que el vacío de mi pecho es irremplazable,
Que tu nombre ha dejado un hueco enorme en él.
Que jamás existirán dos iguales,
Ni amoldaré otro lugar.

He dejado de nombrar mi felicidad,
Y también he dejado de sentirla.
Es como celebrar estar vivo,
Cuando sabes que la muerte se aproxima y no hay remedio.

Me he llenado de experiencias,
De cicatrices incontables
Y de millones de lágrimas mojando mi cuerpo.

Me he llenado de ilusiones rotas,
De vivencias inexplicables,
De dolores incomprensibles
Y de sollozos incasables.

La vida ha decidido ser mi enemiga,
Por haber perdido la fe de vivir;
Así que le he declarado la guerra
Pensando que así me podría obligar a sentir.
Y siento.

El fuego apodera mi cuerpo,
Y calienta cada parte de esta fría masa de hielo convertida en mujer.
El llanto se ha transformado en un grito de guerra;
Y el dolor en enfado.

Me he mordido tantas veces la lengua,
Que está llena de cicatrices.
Abiertas y cubiertas de sangre,
Estas dicen a los cuatro vientos
Que vienen para quedarse,
Para hacer del dolor un cuento;
Y de los problemas reales una ventana de visibilidad.

Que estar mal no es una moda,
Sino un estado. Uno del que nunca eres capaz de lograr escapar.
Que vivir felices esconde siempre
Miles de lágrimas,
Y que yo quiero mostrarlas todas.

Que la debilidad no se mide en sollozos,
Sino en poca valentía;
Y a mí me sobra.

Que he dejado de sentir empatía,
Pero he comprendido que enseñar
Es un buen camino a expresar,
Y así comprender,
Que ha sucedido conmigo.

Vengo a ayudar,
Y que el proceso me ayude.
A demostrar que no estamos solos,
Que la vida ha echado ya muchos pulsos;
Y esta vez le tiene que tocar perder.

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