Afrodita y su amor no tan eterno

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La joven Afrodita,
Enamoradiza de serie
Y caprichosa como nadie;
Se prendió del pecado carnal
De una familia sumida en secretos,
Y del fruto de la traición.

Inexperta y cegada,
Creyó que era suficiente jurar
Amor eterno a un simple nada;
Y la suerte acabó con ellos.

Comprendió entonces
La fina línea del más allá,
Y lo frágiles que somos
Los seres humanos.

Y juró, ante todos sus soberanos,
Que jamás se volvería a enamorar;
Y sollozó como nadie la pérdida,
Y sintió el fuego ardiendo en su interior.

Tenía sed de venganza,
El dolor se apoderó de ella
Y la nubló por completo.
No había nada más,
No había nadie más
Y tampoco había un ella.

Sus llantos todavía se siguen escuchando,
La promesa de amor eterno
Sigue latente dentro de ella;
Y los dioses todavía no la han recuperado.

La necesitaban,
Esta vez como nunca antes;
Pero ella había decidido aislarse.
Se había comprometido a no enamorarse,
A que nadie volviera a hacerlo
Y a que todos sintieran su dolor.

Una gran ola de llantos,
Desilusiones, corazones rotos
Y miles de secretos azotaron a la humanidad.
Tantos que ni la misma caja de
Pandora lograría tapar;
Y la causante fue la ilusión,
Que decidió jugar fuerte y sucio
Con la felicidad de una superior.
Y le ganó la batalla.

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