20. [ 정호석 ]

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Yoongi abrió los ojos. Todo en el mundo era perfecto en ese momento. Pero una sensación alarmante se instaló en su estómago.

Tenía que regresar a su casa, no podía estar así para siempre como él deseaba. Y antes de salir había sido descubierto, pero había escapado sin que lo atraparan con las manos en la masa.

Estaba afuera, a salvo de las consecuencias malas que pudieran ocurrirle, pero en cualquier momento las enfrentaría, porque ya estaban ahí.

¿Podía huir...?

No, el sol lo quemaría hasta las cenizas, y no era ningún fénix que pudiera renacer bajo el amanecer para vivir en un campo de girasoles. Era inalcanzable, incluso para él.

Pero lo que más temía era no ver a Hoseok de nuevo. Si aquello se le prohibiera, ¿cómo podría seguir viviendo?

Sería como cantar y que su voz ya no saliera después del final de esa única canción. Sería desesperanzador conocer algo tan valioso para volver a su propia sombra en soledad.

Sus pies querían huir, pero sólo conocían el camino a casa, como los de Hoseok.

La pálida luna con su luz, ¿a dónde iría para esconderse del cielo y vivir libre?

—Tengo que volver. No puedo dejar que se haga más tarde.

Se levantó y observó a las estrellas. Se instalaron en su pecho como el deseo que pidió. Hoseok lo siguió.

—Oh, cierto. Te llevaré de vuelta a tu casa.

Yoongi asintió, cabizbajo.

Comenzaron a caminar. Yoongi no quiso voltear atrás. Despidiendo al campo.

—¿Te gustó venir? —Hoseok comprendió el cambio de humor de Yoongi, pero quería ver su sonrisa, era algo tan lindo como las flores que siempre cargaba en su mano.

—Por supuesto, me encantó. Lo más hermoso que he visto en mi vida.

—¿En serio? Pero aún hay muchas cosas que no has visto, puede que encuentres algo más hermoso después.

La jaula del ave se cerró.

Si ponía un pie en su casa jamás volvería a salir, su madre no lo permitiría. Estaría condenado.

—¿Yoongi?

Se había detenido en medio del camino. ¿Por qué ahora se le hacía que iban más rápido?

—Disculpa, estaba pensando. Tienes razón —Sonrió para calmar a Hoseok y a sí mismo—. Puede que me falten muchas cosas, pero esta siempre tendrá un lugar especial en mi corazón.

Eso le bastó a Hoseok, porque su sonrisa iluminó todo a su alrededor.

Siguieron caminando en silencio y cuando menos esperaban, ya habían llegado a la enorme casa.

—Bueno, aquí estamos.

Yoongi miró su hogar. Jamás se imaginó sentir un nudo en la garganta y en su estómago por ver el lugar en el que toda su vida había crecido.

—Te agradezco de nuevo, Hoseok. Si no fuera por ti nunca hubiera tenido la oportunidad de admirar los girasoles —dijo, con una sonrisa suave.

—No hay de qué, te llevaría un millón de veces más si eso te hace feliz.

Yoongi seguía sin entender cómo era que Hoseok podía llegar a ser tan amable. Oír las historias de su madre de lo malas que las personas podían ser, le habían pintado una perspectiva del mundo muy gris. Pero ese mundo era colorido si lo veía desde los ojos de Hoseok.

El Lenguaje De Los Girasoles (Sope)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora