Yoongi abrió los ojos; extrañamente, el lugar estaba iluminado a primera hora de la mañana.
Las nubes habían abierto paso al sol.
Se enderezó y se talló los ojos, de nuevo habiendo dormido en el sillón.
Se puso de pie y miró por una ventana sabiendo que de las montañas apenas saldría el astro mayor y sus rayos no podían llegar a él.
El cielo sólo tenía pocas nubes que ardían como si un fuego distinto quemara sobre ellas, como si la misma obnibulada manta estuviera teñida de colores violáceos y anaranjados. Como un volcán con su humo, despejándose de poco a poco.
Sonrió con inconsciencia. Podía salir, antes de que la montaña ya no cubriera lo suficiente y la sombra desapareciera.
Abrió la puerta y así descalzo, salió.
Esa nueva libertad le fascinaba.
Bajó los peldaños y sus pies en automático sintieron el césped y la tierra húmeda. Era una sensación placentera, estar en contacto directo con la naturaleza.
Pero faltaba algo.
Esa mañana sería perfecta... al lado de Hoseok.
Le faltaba él. Que se lo había dado todo.
Volvió a preguntarse por el joven, preocupado. Agachó la mirada e hizo una mueca.
Podía ser paciente, pero cada hora, cada minuto, cada segundo más sin saber del joven de cabello castaño... Le partía un poco más el corazón.
—¡Hey! No te quedes mucho afuera, el sol no tarda en salir por completo.
Fue una realización muy inmediata. Levantó la vista, de manera acuciante, casi sintiendo cada nervio de su cuerpo reaccionar al mismo tiempo como si una onda de electricidad se transmitiera por ellos.
Y pudo apreciar, proveniente desde el mismo lugar en el que él había llegado ahí por primera vez, desde el pueblo más allá, en esa dirección... Una silueta con un girasol.
Yoongi no supo cuando reaccionaron sus piernas sin su permiso. Ni siquiera le importaba haber tenido el pensamiento de actuar.
Sólo supo el momento en el que los músculos de sus extremidades inferiores salieron disparados y sus pies sintieron con más fuerza la hierba y la tierra aún húmedas debajo de él.
La figura que pertenecía a Hoseok tomó eso como una invitación a imitar al azabache, así que corrió igual por la distancia que había entre el campo y Yoongi.
Casi chocaron; en realidad, lo hicieron, y como el cuerpo de Hoseok era ligeramente mayor que el de Yoongi, se lo llevó de encuentro, pero protegió su cabeza y lo arrastró consigo al suelo de manera segura, terminando el joven de cabellos oscuros sobre su pecho. Como cuando había evitado su caída aquel día que saltó por la ventana.
Miró al sol, que aún no salía completo, dándoles un poco de tiempo en la intemperie. El pecho de Hoseok subía y bajaba con rapidez y profundidad. Yoongi podía escuchar sus latidos con claridad.
—Regresaste... Yoongi, volviste.
—Eso debería decir yo, Hoseok.
El mayor cerró los ojos y sintió un escozor familiar.
—Perdóname, sucedieron... cosas llenas de desfortunio.
Eso provocó que el azabache alzará la cabeza de repente.
—¿Qué pasó?
Entonces dilucidó la ausencia del padre de Hoseok y se imaginó lo peor.
Lo que no sabía, es que no sólo era una imaginación, sino la realidad.
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El Lenguaje De Los Girasoles (Sope)
Fiksi Penggemar❝ yoongi tiene una enfermedad extraña que lo ha confinado en su casa desde que tiene memoria. yoongi es un poeta solitario, un pájaro enjaulado que sólo tiene una ventana como vista al mundo exterior. hoseok es un simple campesino alegre al que le g...