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Creo que puedo volar~

M a r z o

Hay cosas difíciles de conseguir al compartir casa con catorce olorosos, ruidosos y delincuentes chicos:
La primera es sin duda conseguir privacidad, mientras más la pides, menos la consigues. La segunda es el despertar, porque en SJ no te puedes dar el lujo de tener el sueño pesado, si ignoraban a Leeteuk cuando los llamaba, el líder los despertaba escupiéndoles agua.

La tercera y más complicada era ganar el mando de la televisión.

Donghae avanzó a toda prisa casi cayendo por las escaleras en su apuro.
Iba en pijama, su cabello despeinado estaba apuntando a todas disecciones, corriendo sin calcetas, rogando por llegar a tiempo para tomar el control remoto.

Kangta decía que podían usarla para ver cosas importantes como los documentales del Discovery Chanel. Donghae la usaba para ver dramas o sus caricaturas favoritas.

Corriendo tras de él iba Heechul, su competencia en esa guerra por el televisor. Actualmente habían dos dramas en emisión durante el mismo horario, Donghae era seguidor de uno mientras su amigo era fanático del otro; la lucha por quien dominaría la programación era siempre sangrienta.
A punto de llegar al sillón, el mayor saltó sobre el respaldo y tomó el mando, agitándolo cruelmente en sus narices.

-¡HYUNG!- gritó Donghae, pataleando.

- ¡Es mío!- se burló Heechul.- No hagas pucheros, Fishy, veremos el capítulo juntos.-

Donghae puso los ojos en blanco con un puchero, se alisó el cabello para peinar su pelo rubio mientras emprendía la marcha para buscar a Leeteuk.

El líder de SJ era siempre agradable, tenía una personalidad muy firme, pero conseguía también ser cariñoso. Como una madre del siglo pasado, con chistes sin gracia y risa que sí era graciosa por lo extraña que era.

Jungsoo había tomado como mascota a Donghae, permitiéndole que fueran íntimos, cuidaba mucho de él. Caso contrario, gozaba molestando a HyukJae, siendo serio cuando ese mono bromista cruzaba los límites.
Era un hombre fuerte, sabía ganarse el respeto tanto con palabras como con uno que otro golpe en la cabeza.

Encontró al líder recargado contra la pared, frente a la oficina de Bada.
Al parecer acababa de terminar una llamada, pues devolvió a su sitio el audífono del colorado teléfono del Reformatorio.

Donghae pegó un brinco, subiéndose a su espalda.

-¿Llamaste a casa, Teukkie-hyung? ¿Cómo están tus padres?- preguntó.

Leeteuk rió, caminando con él encima suyo, sin quejarse porque nunca se molestaba por las muestras de afecto.
Tenía corazón de gelatina. Para conocerlos de muy poco, los quería.

- Llame a casa, sí. Sé que mi madre está bien, mi hermana me escribió una carta hace poco para mantenerme informado.- le contó, Leeteuk.- Pero no vivo con mis padres desde antes de cumplir la mayoría de edad. Mi padre y yo teníamos una pésima relación... Él falleció, pero fue hace un tiempo.-

Donghae se bajó de su espalda, sorprendido. Caminaron juntos camino al comedor para el merecido desayuno que sus estómagos pedían con rugidos.

-¿Y vivías solo?- preguntó, curioso.

- Tengo pareja, Hae. Su nombre es Sora, vivimos juntos desde antes de que me arrestaran.- dijo Leeteuk.- Con ella está mi familia.-

Donghae le sonrió sin indagar más.
No entendía porque parecía tan contento, tampoco quería ser un entrometido. Supuso, que si Teuk quería contarle lo haría sin que preguntara.

⛓Rebelde, Capturado y Graduado || SJ⛓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora