Magnus no sabe cómo sentirse.

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Magnus al enterarse de lo que había sucedido entre el parabatai de su novio y su hijo. Le tomo un par de respiraciones profundas para no ir a matar al rubio idiota porque sabía que Alec sufriría si torturaba a Jace, aunque la idea de intimidarlo no era tan mala. Y más desde hace un tiempo, que este miraba ha Simon de una manera sospechosa y no, no era un padre sobreprotector como Alec aseguraba; (aunque claramente lo era, totalmente sobreprotector sobre quién se acercaba al vampiro novato). Pero Alec le había prometido que iba ha masacrar al chico durante los entrenamientos. Eso lo había conseguido sonriendo sin razón aparente para todos sus clientes.
Quienes le miraban raro cuando tarareaba por lo bajo de una manera dulcemente divertida, como si solo estuviera esperando algo, un momento que disfrutaría al máximo. Cómo si sus planes de tortura solo fueran más divertidos ante la idea de Alec entrenando con Jace hasta hacerlo una papilla y que rogara piedad.

—¿Y en qué puedo servirles hoy?—cuestionó mirando a los Seelies enfrente suyo

Era muy raro hacerse amigo de estos, y más si eras un brujo. Su carácter de por sí misterioso, travieso y hasta evasivo no le dejaba mucho lugar a intentar relacionarse con ellos. Cuando estos le despreciaban por vender su magia al mejor postor, o en el caso de Magnus Bane, quien pudiera cumplir y pagar cada una de sus exigencias al pie de la letra. Porque los años le habían enseñado cómo vender sus servicios y seguir siendo reconocido aún sobre sus precios inmensos.

—Te hemos citado porque conseguimos lo pedido—aseguro uno de los Seelies con una sonrisa misteriosa.

Los amigos de Magnus lucían lo que podría ser a simple vista uno de los mejores glamour's para evitar que los mundanos reconocieran su forma. Aún con todos esos cuentos absurdos sobre las hadas, se encontraban pequeños grupos de mundanos que creían en ellas y en todos esas historias tontas, sobre hadas secuestrando mundanos por simple placer. Aunque no estaban tan lejos de la realidad del submundo. Pero era mejor no llamar la atención, lo sabía por experiencia propia gracias a sus ojos de gato, a su madre llena de vergüenza por esto. Su padre que intento deshacerse de él.

—¿En serio?—los ojos de gato de Magnus se mostraron peligrosos e intimidantes.

—Sí—la sonrisa de dientes afilados desapareció mientras buscaban en la bolsa que llevaban con sigo—solo que no sabemos exactamente si funcionará. Avísanos si lo hace.

Miro a los hombres de pies a cabeza, encontrando les como simples mundanos. Aunque no creía que estuvieran mintiendo al respecto de los resultados. Podía notarlos nerviosos, aunque se imagina que era por estar mirándolos tan fijamente con su marca de brujo, sabía que a los únicos que no ponía de manera inmediata en estado de alerta era a Raphael, Alec y Simon. Estaban tan acostumbrados a ver sus ojos, que Alec solo se quedaba sin respirar unos segundos. Estaba seguro de que a su novio le excitaba más que asustarle. Simon los encontró increíbles, gracias a que brillaban fuertemente cuando usaba su magia. Y a Raphael, realmente no le importaba mucho. Era una muestra de su poder cuando estaba enojado, y cómo casi nunca eran dirigidos a él de manera amenazante, no encontraba el sentido de tenerles miedo. Aunque había ciertos momentos en los que Magnus solo necesitaba darle una mirada severa al chico, para que esté le devolviera una llena de disculpas.

—¿Sucede algo Magnus?—la voz de su amigo le saco de sus pensamientos.

Observo las bolsas de sangre que le eran entregadas. Parecía un poco extraña la sangre, de un tono más intenso de lo habitual. Tomo las bolsas con delicadeza, intentando no dejarlas caer. Era importante que nadie supiera del intercambio que estaban realizando. Algo le decía que así debía ser. Pero también lo había prometido.

—No, no pasa nada—suspiró fuertemente—¿Cuánto debo darles de beber?

—Una bolsa por vampiro—afirmo tranquilamente sin preguntar qué sucedía con el gran brujo de Brooklyn—si esto funciona, no olvides de darnos la noticia. Recuerda, una bolsa de sangre por vampiro. Te estamos dando tres, no las desperdicies.

Eso solo consiguió una mueca de fastidio, no era tan tonto para no saber como darle la sangre a los vampiros. Pero era suficiente saber que conseguiría a Raphael andando de nuevo bajo la luz del sol, disfrutando de lo cálido que podía sentirse estar libre, poder ver a su hermana Rosa en las mañanas y no simplemente de noche. Eso hacia que todo valiera la pena para el brujo.

—Esta bien, ¿Y qué debo hacer con la otra bolsa?—preguntó confundido. Si era una bolsa por vampiro, ¿Por qué estaba sosteniendo tres, cuando solo necesitaba dos?—les cuestiono—Sí sucede algo los seguiré hasta el fin del mundo por lastimar a mis chicos—amenazó sin contemplaciones—es una promesa—juro mirando como los dos hombres asentían con la cabeza de manera afirmativa.

—Lo sabrás todo a su tiempo Magnus Bane, y creo que ya lo sabes mejor que nadie—desaparecieron los Seelies dejando al brujo pensativo.

Ya era tarde para ir a otro lado. Había salido con la excusa de un trabajo. Pero sabía que Simon y Raphael no regresarían pronto. Eso le daba tiempo para guardar la sangre y planear todo de manera adecuada para que no pareciera sospechoso. Entonces tal vez una cena familiar sería el mejor momento. Ninguno de los dos chicos pensaría en ello.

Chasqueo los dedos abriendo un portal hacia su departamento. Tal vez podría pasar por el instituto y luego iría con Alec a buscar a Simon. Se le antojaba una pequeña escapada para ir a comer con los dos chicos que más quería, sin dejar de lado a Raphael Santiago, ese vampiro gruñón mal encarado que parecía nunca estar feliz, pasará lo que pasará. Eso fue hasta que Simon apareció en su vida con esa boca motora que a más de uno sorprendió.
Todo estaría bien, le devolvería su familia un poco de su felicidad.

No me vas a creer, realmente estuve intentando no subir este capítulo. Pero no aguante. La inspiración me ha tomado por sorpresa. Entonces mañana puede que tengamos más capítulos.

Simon Lightwood-BaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora