Soy Simon Lewis.

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Lo habían movido hacia la habitación para mayor comodidad después de la primera vez que despertó y termino desmayando se, ya sea de miedo u sorpresa. Pero él chico de nombre desconocido para Magnus y Alec despertó por segunda vez ya siendo semi consiente de su alrededor. Ya que murmuraba cosas sin sentido en ocasiones y en otras se agitaba hasta el grado en el que podrías darte cuenta que sabía que no era el callejón donde se había desmayado. Solo un nombre pudieron obtener de todos balbuceos, a veces era Clarissa y otras veces un diminutivo como Clary. Pero que claramente era la misma mujer.
Lo repetía sin cesar una y otra vez, convirtiéndose en una búsqueda frenética.

Una búsqueda en la cual Magnus participó calmando al chico cantándole algunas frases de una canción de cuna en español. Eso pareció ayudar porque este le miró sonriendo y cerrando los ojos para concentrarse en su voz. Era relajante, suave y demasiado bueno como para desaprovecharlo.
Alec caminaba de un lado a otro por la habitación intentando recordar porque aquel nombre le sonaba tan conocido.
Cuando un fugaz recuerdo pasó por su mente, una chica pecosa de cabello rojizo que era la actual novia de su parabatai. Entonces trono los dedos victorioso.

—¿Tienes hambre?—la voz calmada de Magnus rompió el cómodo silencio en el que se encontraban.

Él castaño frunció el ceño confundido. Buscando una respuesta adecuada al hombre que enredaba sus dedos en su cabello con tanta calma y cariño que le hacía sentir querido de una manera cálida y paterna.

—Sí—su voz salió un poco ronca, como si hubiera estado mucho tiempo sin hablar—no recuerdo cuando fue la última vez que comí algo.

—¿Qué es lo último que recuerdas?—Alec se acercó hacia la cama con lentitud para no asustarlo—¿Sabes cuál es tu nombre?

—Me llamo Simon Lewis—murmuro nervioso pensando en aquellos que lo habían lastimado—recuerdo... recuerdo como esas cosas nos atacaron y me mantuvieron vivo por tanto tiempo hasta que Clary me ayudo—su voz se tornó dura—no creo que convertirme en vampiro haya sido una solución.

Abrió los ojos que brillaban en un enojo hacia algún recuerdo en especial. Sus colmillos relucieron peligrosos en la boca de tono rojizo. Y las cejas fruncidas en una mueca extraña de enojo, que logro que Alec pícara su entrecejo con una sonrisa algo burlona bailando por sus labios. Más para calmar a un novato vampiro de fuerza increíble que para calmarse a si mismo por la visión del pequeño chico que se le era presentada en esos momentos.

—Lo siento por ti—hablo en un tono tan real y dolido que Simon suavizó la mirada—pero no creo que tengas que tomarte la vida como algo malo.

—Yo creo que es no-vida—bromeó riendo un poco, aunque todavía podía verse algo amargo y seco.

—Es un gusto conocerte Simon—Magnus le sonrió desde su posición cambiando el tema de manera hábil—soy Magnus, y él chico guapo que te ha hecho reír es mi novio Alexander—comento divertido ante la cara sería del cazador de sombras.

—Puedes llamarme Alec, así me llaman todos mis amigos—comento él de ojos azules.

Él azabache mayor rodó los ojos con cariño. Chasqueó los dedos haciendo aparecer un vaso de sangre. Simon lo miró casi babeando, lo que tuviera ese vaso olía increíble.

—Debes alimentarte—ofreció levantando al chiquillo con calma.

—¿Es sangre?—hizo una mueca de asco. Mentalmente no quería beberla, pero olía tan bien.

—Sí, toda tuya—le tendió el vaso con cuidado.

Él castaño al ver el líquido se negó, sollozo y hasta hizo muecas de asco junto con las de enojo. Casi deja caer el vaso, pero al final su hambre terminó ganando. Sus labios se torcieron cuando tocaron el cristal del vaso y sus manos temblaron ante lo que parecía incapaz de hacer. El primer trago le pasó con dificultad.
Era extrañamente espeso podía sentirlo pegajoso por la boca, mientras que iba bajando por su garganta su lengua captó un dulce sabor que le hizo inclinar el vaso y tomar de un solo trago la sangre.

Simon Lightwood-BaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora