Prólogo

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Las personas siempre estamos tan inmersos en el tiempo, como si la vida se nos fuera en él. Una hora, minutos, incluso segundos pueden definir infinidad de situaciones de nuestra vida, un minuto puede hacer que llegues tarde a un examen importante, por ese mínimo detalle no alcanzaste la nota que esperabas por lo cual pierdes la beca que costea tus estudios, antes de dormir programas tu alarma, pero por un descuido en lugar de poner a.m la alarma no sonará por un error que indica la hora en p.m, llegas tarde al trabajo y el tirano de tu jefe decide botarte de la empresa dejando el empleo por el cual luchaste tanto.
Es ridículo como el tiempo nos controla en lo más mundano como aquel día que no llegaste a tiempo a casa para ver el final de tu serie favorita, esa que aunque sea por una hora te desconecta del mundo en el que vivimos. Pareciera que cinco minutos pasan muy rápido, trescientos segundo. En cinco minutos pueden ocurrir cientos de cosas. Como tomar una taza de tu té favorito, disfrutar de un orgasmo más o menos aceptable o ligar con un desconocido en Tinder (enserio ahí todos van muuuuy rápido) En mi caso cinco minutos fueron los que marcaron mi vida y definieron mi futuro, trescientos miseros segundos que cambiaron mi vida completamente, para bien o para mal.


Hace un mes...

Todos los días camino 4 kilómetros de la parada de autobús a mi casa, estoy sudando agotada. Solo quiero llegar a casa, cenar y sentarme en el sofá para ver la nueva temporada de Stranger Things con mi hermana y comer tantas palomitas que nos duela el estómago, en ocasiones se nos colaba Daniel, nuestro vecino y amigo, nosotras poníamos Netflix y Dani la pizza, un trato justo a mi parecer. Mi hermana es la única familia que tengo al menos en esta ciudad, nuestros padres murieron hace tres años mientras tenían una cita en el mar, mi mamá decidió entrar a nadar sin darse cuenta de que las marea la llevaban cada vez mas lejos de la orilla, cuando mi padre se dio cuenta no dudó en ir por ella. Los salvavidas tardaron en darse cuenta de lo ocurrido (Todo esto dicho por los oficiales que nos dieron la versión de los hechos que pudieron recrear en base a los testigos) fueron llevados de inmediato al hospital y lograron reanimarlos, pudimos ver a nuestros padres y ellos pudieron despedirse. Estuvieron despiertos por media hora, algo falló y murieron, siempre pensé que fue negligencia médica, si los médicos hubieran estado más atentos probablemente hoy estarían con nosotras. Desde ese momento decidí que sería abogada, no permitiría más injusticias, no mientras yo viva.

Mi hermana y yo vivimos en una casa muy linda que mis padres nos dejaron, mi parte favorita es que es cerca del mar a pesar de que mis padres murieron dentro de él, me es imposible admirar la naturaleza de su belleza y la paz que me regala. Puedo distinguir desde afuera las luces apagadas, lo cual es raro, mi hermana me espera despierta todos los días religiosamente para ver una serie y cenar juntas a pesar de que ella odia cenar.

-Angela, ya llegué hermanita. -le llamó.

Sin respuesta. Extraño.

-¿Ángela? -Insisto.

Al no responderme decido ir a su habitación, la cuál encuentro cerrada. De pronto escucho sollozos, no suelo invadir su privacidad, pero decido abrir la puerta, buena decisión Aura. No sabía que tenía tantas fuerzas, hasta que tomo de los brazos al hombre encima de mi hermana y lo tiro al suelo.

-¿Qué le hiciste a mi hermana desgraciado? -Nunca sentí tanta rabia, ni si quiera cuando mis padres murieron.

-Aura duele tanto, te juro que yo no quería -dice Angela entre sollozos tocándose el vientre.

-¿Porqué Daniel? ¡Ella es una niña hijo de puta! -parece estar fuera de sí, aprovecho que está desprevenido y empiezo a darle golpe tras golpe.

Mis nudillos sangran, pero no me importa.

-¡Detente estúpida! Pensé que le gustaría, se veía tan dispuesta, tan mujer -contesta cínicamente mientras forcejeamos.

No soporto sus palabras, la impotencia de saber que yo misma metí el enemigo en casa me sobrepasa, tomo una lampara y la lanzó directo a su cabeza, no quiero que hable más.

Y lo hace, no habla y no hablará nunca más.

El tiempo entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora