Capítulo ocho.

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Bastián no era muy dado en hablar sobre su vida personal nuestro trato era meramente profesional, en cuanto a mi para no terminarme por volver loca y terminar encerrada ahora en un psiquiátrico; por momentos solía hablarle sobre mi persona mientras el escuchaba atento a mis ocurrencias y solía sacarle una que otra carcajada no muy a menudo, a decir verdad. Francamente no sé qué expectativas tener en cuanto a la familia de Bastián, él no es muy simpático que digamos. Llámenme prejuiciosa si les apetece, pero especialmente ahora que estoy de pie mirando como boba a la impresionante casa que esta frente de mío ¡Vamos que esto es una mansión! Cuestionándome aún más sobre cómo serán estas personas que hacen parecer pobres a las Kardashian, ¿Serán agradables? ¿O serán un grano en el culo? Espero que no sean lo segundo.

La casa es bellísima, en tonalidades beige con un jardín que a simple vista es precioso y pintoresco; con flores rebosantes que le dan mucha vida al lugar, tan distraída como soy no me percato que Bastián está esperando por mi para entrar y carraspea con exageración para que salga de mi trance, lo cual respondo con una sonrisa poco sincera. Por dentro la casa es aún más bella, ciertamente se tanto de decoración como de matemáticas, pero sin duda es muy elegante, por mi bien espero no romper nada.

—Aguarda un momento, puedes sentarte donde quieras—señala la sala— iré a buscar a mi madre. ¿De acuerdo? —asiento y veo como se pierde por las escaleras.

Creo que un momento es muy relativo, ya demoró más de un minuto y estoy bastante aburrida. Caminando por la sala y por satisfacer un poquito mi curiosidad no aguanto las ganas y me acerco a observar las fotografías que se encuentran arriba de una repisa dorada. Tomo una fotografía que podría jurar no es actual, dado que en el retrato Bastián luce una sonrisa traviesa y una cabellera a la altura de la barbilla con las puntas ligeramente encrespadas digno de salir en un comercial de shampoo, tal vez en aquella época gastó tantas sonrisas en las féminas que ahora parecen haberse agotado. Cambió su cabello largo y rebelde por un estilo de cabello más formal recortado a la perfección, además de la barba tan estilizada e impoluta que lleva todo el tiempo. Lo veo más de la cuenta como si quisiera grabarme cada detalle de él, sacudo la cabeza y veo en dirección al chicho que se encuentra a un lado, luce quizá unos años más joven que Bastián y a diferencia del primero este otro es rubio y de ojos sorprendentemente azules. Esos ojos me resultan extrañamente familiares, tal vez lo haya visto en una campaña de alguna marca, es realmente guapo. En la fotografía también posa una impresionante mujer abrazada de un hombre entre rubio y cano muy apuesto también. Parece ser un momento muy especial por lo felices que lucen los cuatro en el momento capturado por la cámara.

—Ese con aspecto desgarbado y escuálido es Faris, mi hermano —señala al chico rubio—. Y esa hermosa mujer junto al elegante hombre son mis padres. Isabel y Hugh Huxley.

—Oh disculpa, no quería ser una fisgona. Simplemente me dio un poco curiosidad—digo apenada—. Tienes una familia muy hermosa, Bastián. Ya veo que lo guapo se lo sacó a su madre, son muy parecidos.

—Desconocía tales pensamientos señorita, así que... ¿Le parezco guapo? —sonríe burlón.

—¡No! Digo sí, bueno es obvio que lo sabes.

—Claro que lo sabía, o al menos eso me hacen sospechar las mujeres cuando no apartan su mirada de mi cuerpo —guiña el ojo—. En cuanto al parecido solo es en el físico, en el carácter soy idéntico a mi padre.

—Tienen buenos genes, su hermano también es muy guapo, parece todo un príncipe. ¿Es actor o algo así? Creo que lo he visto antes...

—No lo creo, él es presidente de una empresa que padre tiene en Londres. Es imposible que lo hayas visto antes, la mayor parte de su vida la ha residido en Londres y no en México. Pero dígame, ¿Le parece que es más atractivo que yo? —arquea una ceja.

El tiempo entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora