CAPITULO 2

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MATILDA

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MATILDA

- ...entonces después de la cena romántica, nos fuimos a un hotel... - Mica mi compañera de trabajo, me relata como fue su primer año de aniversario con su novio, mientras acomoda del mostrador principal unas masas confitadas. - ...estaba nerviosa, pero muy feliz al ver su rostro complacido y notar bajo mi vestido... - Se detiene, al interrumpirnos un cliente abriendo la puerta de entrada con la campanita anunciándolo que ella misma atiende su pedido, va a la caja a cobrar y le da su vuelto con la compra. - ...tremenda ropa interior en encaje y transparencia... - Sus manos, dibujan el contorno de su silueta sensualmente y por más que lleva como yo, el delantal del local, haciendo que ría. - ...a estrenar y solo para él. - Prosigue con tres dedos, mostrando frente a mí. - Tres veces... - Me dice. - ...tres veces, lo hicimos...

- Ok... - Digo riendo y tomando una bandeja de pan, para reponer en una pintoresca canastita bajo una vitrina. - ...es un buen número de polvos, no?

Se inclina conmigo, mientras lo hago ayudando a deslizar su vidrio.

- ¿Qué, si es bueno? - Murmura. - ¡Buenísimo! - Exclama contenta. - Por dos horas de turno en el hotel alojamiento, muy buen rendimiento. - Satisfecha.

Vuelvo a reír.

- Muy bien, señorita buenísimo... - Le entrego la fuente vacía. - ...me hace feliz, saber que dejó sin sangre u otro líquido vital a su novio ayer a la noche... - Ríe. - ...pero, si el gerente llega y ve que no repusimos algo antes de irnos y a nuestro cambio nocturno, nos quedaremos después de hora y esta canasta como a otras le faltan más panes...

- ¡Dios, no! - Chilla tomando una de sus mejillas con expresión de escándalo y poniéndose de pie aferrada a la fuente. - ¡Es viernes y vamos al cine! ¡Ya regreso, Mati! - Corre a la puerta trasera por más cosas, dejándome sola.

La quiero mucho y aunque es algo menor que yo, nos hicimos muy amigas este verano.

Es graciosa, relajada como Glenda y su sinceridad para contar las cosas, es motivo de mucha risas entre nosotras.

Y gracias a ella como Glenn, motivo y cual mis penas la sobreviví, sin tanto dolor.

La campanita sonando nuevamente por otro cliente, hace ponerme de pie sonriendo y dando la bienvenida, pero mis palabras y la sonrisa de mis labios se petrifican, cuando lo miro.

Mierda, no puede ser.

Y lo poco que me atrevo hacer, es mirar a un lado.

A la puerta interna y tras mío, donde Mica desapareció para que me socorra, pero ella y su alegre personalidad, ni aparecen.

Y pueda atender ella.

Que ganas de vomitar.

A Santo, frente a mí.

Dios.

Casi, tres meses que no nos veíamos desde esa noche y sin saber por lo menos yo, como estaba o que fue de él.

El Santo 2 ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora