MATILDA
El murmullo que hay por todos, mezcla por ese siempre inicio de la primer clase del año como el encuentro de uno con otros por no verse durante las vacaciones, va disminuyendo ante el sonido de la puerta siendo cerrada por Santo.
Y no puedo evitar girar sobre un hombro, para localizar asientos atrás a Gleen, que al verme y sonriente como ella misma, me eleva de forma graciosa ambos pulgares a juego con sus cejas muy divertida por la situación, bajo la conversación de unas compañeras.
Dios...
Por cosas como esta, no sé si reír o tomarla a bofetadas.
- Silencio... - La voz Santo pide y ese rumor cesa, mientras saca libros y un cuaderno de su maletín para dejarlo sobre su escritorio, seguido de ir a la pizarra y tomando un marcador, escribe su nombre y apellido, dándonos la espalda.
Y hago lo de siempre por más que soy adulta, abriendo mi cuaderno universitario, sobre la primer hoja que anoche y desvelada.
Ya saben, por quién o mejor dicho, por qué dos veces.
En una bonita caratula que con bolígrafo dibujé, en poner su nombre.
- ...muchos me conocen por estar cursando nuevamente, ya que me deben la correlativa... - Mira a algunos que bajo su mirada se sonríen como Glenda y otros, lo aceptan desinflados haciendo que muchos sonriamos. - ...para lo nuevos, soy el profesor Santo Mussio y les voy dar la materia Enseñanza de la Lengua y la Literatura comprensiva como narrativa. - Acomoda las mangas de su camisa mejor, regresando a su escritorio para apoyarse sobre este, estirando las piernas y colocarlas una encima de la otra cruzadas igual que sus brazos. - No me gusta que se converse en mi clase algo ajeno a mi materia, odio del verbo mucho el chicle en la misma... - Prosigue, notando como un par sacan de su boca al escucharlo y lo guardan en papelitos. - ...los celulares en silencio lo que dura mis módulos y exijo sin protesta, que me estudien lo de la clase anterior... - Su índice, recoloca sus lentes mejor. - ...siempre. - Acota con actitud imposible de negociar, provocando otro murmullo también desinflado de muchos, haciendo que sonría mientras sigo decorando mi caratula con su materia de flores y corazones alrededor su nombre recordándome el mural. - Y jodidamente detesto, las llegadas tardes... - Gruñe lo último, volviendo a la pizarra para borrar su nombre y dar comienzo a su clase. - ¿Alguna pregunta o duda? - Todavía de espalda, pregunta al sentir nuevamente rumor de todos por eso dando por finalizada su presentación como exigencias, mientras escribe lo a seguir como primera clase, para darse vuelta y mirarnos esperando alguna cuestión.
Pero sobre miradas entre sí, seguido a negar, nadie las tiene.
Inclusive, yo.
Y mucho menos obligando a bajar mi mirada al cuaderno de golpe, cuando pensando que se había olvidado de mi presencia por estar enfrascado en su clase, la deposita con interés en mí, aguardando alguna duda o mejor dicho, lo que esa media sonrisa dibuja ahora tan suya y me pone en alerta, sintiendo su mirada resbalando por mi rostro hacia abajo y hasta la visión de mi pupitre le permite.