MATILDA
El resto de las horas, pasaron tranquilas y entre cambio de horas, solo cruzarme y de lejos con el profe en algún corredor ocasionalmente y en compañía de otros colegas o su estudiantes de turno y con su sonrisa, nunca abandonando sus labios al verme.
La salida lo hice veloz, porque poco tiempo con mi turno en la panadería y solo husmear algo, de uno de sus libros que sacó de la biblioteca en un tiempo libre con la entrada del siguiente módulo, sola y alejada de miradas indiscretas en lo que es el gigante campus universitario.
Absorta en lo poco que leí del titulado, sobre la acaricia en el arte del azote o algo así y más de una vez, provocándome que una risa nerviosa se me escapara cerrando de golpe su tapa por sofoco o rubor a su contenido y lo que explicaba.
Ni hablar de sus sensuales ilustraciones a modo explicativo.
Viniendo a mi mente, cambiada y ya caminado hacia mi trabajo lo que Santo me pedía.
El %100 de mi entrega a ese algo y a él, que aunque no sé todavía la exactitud de ello, más allá de la coincidencia de Clarita y el pasado que nos une.
Sentimiento que todavía flota en mi pecho con remordimiento y por más que lo intento, quiero sacarlo.
Pero románticamente enojada o no con eso, debo erradicarlo o más bien sanarlo.
¿Pero y cómo, si la culpa me agobia?
Y restriego mi mano por mi cara tras atender un cliente con su pedido, dando su cambio y voy en busca de un vaso de agua para beber tomando una profunda respiración
- Cambia los suspiros por besos... - Mica desde el otro mostrador, me dice.
- ¿Qué? - La miro.
Y me rueda sus ojos café, acercándose.
- Cuando estés lista, escucharé tus motivos para no estar con el chico de tus sueños. - Se cruza de brazos pensativa. - Pero ¿no te parece que tienes la respuesta a lo que sea que te afecta, delante de ti para que las amaine? ¿Y en vez de tomarlo como la fuente de tus problemas, es la conclusión a tus dudas? - Me hace pensar. - Yo creo, que ya debes poner las cosas sobre la mesa con el punto de unión a todo... - Finaliza, con su vista hacia afuera y como toda respuesta y la sigo.
Por Santo y en el momento que minutos antes de mi salida, su camioneta estaciona.
Hago una mueca pensativa.
Tiene razón, debo cambiar eso.
- ¿Quedaron en verse? - Prosigue, viendo como yo en como desciende y sale afuera, pero espera apoyado en ella y un. - Carajo... - Jadea, sin disimulo. - ...eso, es lujuria para la comunidad femenina y las fieles... - Acota señalando, por verlo relajado y a mi espera, vestido de jeans claros y camiseta blanca, cual por sus mangas cortas sus brazos muestran las mangas de sus tatuajes de la vieja escuela. - Va por mí... - En una bolsa de papel madera, pone dos filas de pan y me lo entrega.