MATILDA
¿La vuelta a mi ciudad?
Oma como opa ante mi sorpresiva llegada, felices y sin dejarme meter bocado de palabras, ellos haciéndolo por mí.
Sea mi querido padre adoptivo, sobre abrazos efusivos y palabras bonitas en recibimientos en llenarme de preguntas, como hasta cuando mis días acá, como voy en el estudio o lo bien que me ve.
Mi oma otra cosa y como toda madre.
Si estuve comiendo bien, que si traje algo de ropa para lavar, que mi pelo más largo me hace hermosa o y ya calzando su delantal de cocina a su cintura, en preparar una de mis comidas favoritas para la cena.
Pasta con abundante salsa y con mucho queso como me gusta, verificando el refri si tiene todo para ello.
Y yo sonrío, bajo esa abundancia de abrumador cariño con mucho calorcito a hogar, entregando a opa mi bolsito de viaje que él mismo quiere llevar a mi habitación.
Una que encuentro como siempre, lista para mí.
Cálida con sus poco muebles, mis docenas de adornos desde niña hasta hoy en día y girando a su ventana de cortinas claras.
Estando o no, siempre abiertas de par en par para que el aire entre e inunde la misma.
Como al salir y para bajar las escaleras, me detengo en la contigua, cual abro apenas su puerta.
La de mi hermana querida, también abierta la suya y llenando de sol como la brisa, esta.
Y solo entro unos breves segundos para tomar asiento en su cama y mirar en su siempre ordenado cuarto, lo que me rodea.
También, pocos muebles más que los imprescindibles al igual que el mío, pero todo en su 100x100 emanando ella.
Focalizo en donde una de sus paredes y porción blanca que deja su ventana y cual, muchas por tener sus años, en tono amarillo sus hojas y mi hermana empapeló con escritos.
En realidad, frases de su autoría como reflexiones y hasta escritos que le gustó de algún conocido.
Otras, solo dibujos que lo hacía muy bien.
Me incorporo para caminar a esa pared, curiosa y cruzada de brazos.
No solo, porque me resulta familiar sin saber el motivo y más, cuando eso estuvo de siempre, pero desde niña y ahora, jamás le presté atención.
Sin ir más lejos y la que tenga hermanas mayores lo comprenderán y por más amor, prohibida la entrada sin el permiso de estas.
Pero frente a esos escritos, noto que hay toda una vida en cada papel que con cuidado mis dedos acarician varios, mientras leo.
Su vida.
Y dándome cuenta que esas simples palabras que Clarita pensaba y transcribía en papel liso o de cuaderno con cada año pegando uno en la pared, derramaba no solo sus pensamiento del momento.