Prólogo

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Luego de una desastrosa reunión,Hera,diosa del matrimonio,se encontraba paseando por los confines de su templo. Pensando,analizando,pero sobre todo,lamentándose. Cosa bastante rara en ella para aquellos que solo la conocían por ese ser frío,calculador y odioso que aparentaba ser delante de todos,incluso de su propio esposo,quien era nada más y nada menos que el propio rey del Olimpo.

Pero es que así era ella,aparentar se convirtió en algo tan normal a travez de los eones que ya no recuerda cómo ser de otra manera frente a aquellos que llama familia.

Debo hacer algo. Pensó la diosa al rememorar lo sucedido en aquella lamentable reunión,en donde los trece Olímpicos no habian parado de discutir,todos excepto la pobre Hestia,diosa del hogar,quien comenzó la reunión como una hermosa adolescente de diecisiete años para acabar convirtiéndose en una pequeña niña de tres años,cosa que sucedía cada vez que discutían fuertemente entre ellos. Pero es que esto era inevitable y todos lo sabían. Si no hacían algo pronto,su mundo se desmoronaria sin más. Ellos dejarían de existir y el mundo humano se vería en grandes problemas.

Sólo hay una persona que puede ayudarnos.Pero si Zeus se entera me colgará,o peor me enviará a suplantar a Atlas,ese antiguo Titan encargado de sostener el cielo sobre sus hombros. Pero es eso o morir.
Pero necesito ayuda,pensó la diosa con pesar. Y es que realmente no confiaba en nadie lo suficiente como para pedir ayuda sin que le exigieran a cambio su completa humillación.Tal vez Apolo,pensó pero lo descartó inmediatamente,no el me odia por todo lo que le he hecho no me dejará ni hablar,podría pedírselo a Artemisa pero ella,a pesar de todo,es una seguidora si su hermano dice que no ella también. Ares está fuera de cuestión,el se lo diría a Afrodita y esa arpía querría unirse. También está Hestia pero la pobre no podría guardar un secreto tan grande. Eso descarta a el resto. Por lo que ningún olímpico me ayudará.

Desesperada comienza a caminar por doquier,pensando y pensando. Hasta que con un chasquido de sus dedos desaparece de su templo y aterriza en otro completamente diferente. Mientras que su templo rebosa de vida y luz,este templo era completamente lo opuesto con techos altos con pinturas representando tres espeluznantes cuadros,la guerra,un esqueleto y un bebé bastante terrorífico,las sombras reinaban por doquier. Hades estaría celoso de ese templo,pensó la diosa mientra a pasos lentos e inseguros,por primera vez,se adentraba más a ese templo. Las moiras tenían un gusto particular para la decoración.

-Te notamos preocupada,Diosa Reina.-Pronuncia una voz pequeña y dulce,casi en un susurro,que inunda toda la estancia.

-No lo niego ,mi señora.-Pronunció la diosa con voz débil y casi sumisa.

-Hubo algo que te niegas a dejar ir.-Dice otra voz,esta vez algo más grave,no tan dulce pero que pudo identificar.

-Me es imposible hacerlo.

-¿Abras obrado bien,Reina? Yo te lo podria decir. Pero no lo hare. Tus pecados veran la luz cuando la primavera llegue y la flor brote.

-¿Qué quieren decir?-Pregunto temerosa.

-Que tu salvación está en tus pecados. Hazle frente y salvaras a aquellos que llamas familia.-Esta vez la voz fuerte y aguda causó un escalofrío por el cuerpo entero de Hera provocando que está se estremeciese.

-¿Cómo hago eso? ¿Cómo nos salvo?

-Debes llegar hasta la consecuencia y convertirla en una divinidad.

-¿Cómo hago eso?Es humana.

-La flor debe morir en primavera. Cuando las flores renazcan, ella también deberá hacerlo. Su cuerpo humano debe morir para que su divinidad salga a flote.-Hablan las tres a la vez,y acto seguido Hera de encuentra nuevamente dejada en su templo de forma algo brusca.

Hacerle frente a mis pecados,cual filosófico, pensó no sin cierto temor. Pero es que un Dios nunca está listo para enfrentarse a sus pecados,nunca fue necesario. Eran dioses después de todo.

Con un suspiro temeroso llamo a una de sus ayudantes,Anita,una ninfa del bosque,espíritu de la naturaleza que había trabajado para ella desde que Hera tiene memoria.

Con un encargo especial dictado a la ninfa,Hera se dirije al templo de su querido esposo esperando que su mal humor hubiera mejorado para lo que estaba a punto de confesarle.

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