No estamos locos

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~Por un momento escuché,el dulce susurro de un sueño,y me dijo:soy demasiado real.~

Oscuridad y frío.

Es todo lo que siento por un momento,hasta que mi cuerpo comienza a sentir calor,una leve brisa revuelve mi cabello y lo arrastra hasta mi rostro.

-Abre los ojos,Kasnia.-Escucho una voz suave llamarme.

Intento abrir los ojos al pensar que puede ser mi madre,quien sabe talvez ella sea quien me ayude a ir al otro lado para que podamos estar juntos otra vez.

Pero no puedo abrir mis ojos,y no es porque me falten fuerzas. De hecho me siento bastante bien,exceptuando mis ojos claro. Estos se niegan a abrirse,como si estuvieran pegados con pegamento.

-No puedo. No puedo.-Gimo en pánico creyendo por un segundo que quedaré ciega por el resto de mi vida. Lo cual es tonto porque estoy muerta,por otra parte nunca he estado muerta así que no se qué esperar realmente.

-Si puedes. Abre los ojos.-Dice otra vez pero con un tono exigente que causa que un escalofrío poco agradable revista mi cuerpo.

Con un gran esfuerzo abro los ojos ,sólo para encontrarme con la cara de una total desconocida que tiene el ceño fruncido en disgusto. Como si la hubiera ofendido de alguna forma.

-Te dije que podías.-Dice de manera altanera colocándose de pie.-Ven. Caminemos.

Sin quedarme de otra comienzo a seguirla luego de ponerme de pie,porque la linda chica de cabello oscuro y ojos verdes,ya me adelantó unos cuantos pasos.

Con fascinación observo mi alrededor,parece una pequeña playa paradisíaca. Es hermoso,puedo ver las palmeras al pie de la arena,donde ésta termina. Y más allá,si alzas la vista un poco,hay una gran formación de montañas recubierta de verde que hacen un paisaje totalmente distinto al que estoy acostumbrada. Pero si esto es el cielo créeme que me acostumbrare más que rápido.

-¿A dónde me llevas?-Pregunto cuando la veo simplemente detenerse debajo de una palmera.

-Aquí.-Responde,para acto seguido con un movimiento de su mano una mesa y dos sillas de hierro blanco aparezcan de la nada.

Mi asombro es tanto que juro mi boca está completamente abierta y mis ojos podrían salirse de mi cara.

-¿Eres un ángel?-Es lo único que se me ocurre decir en este momento.

-No. De hecho ellos fueron los que me avisaron de tu accidente. Siéntate y te lo explicaré.

Dudo un momento antes de sentarme frente a ella,pero es que,si ella no es un angel (y no tiene pinta de demonio)entonces....

-¿Quién eres?

-Mi nombre es Hera,y soy una de los doce dioses de la antigua Grecia. Nos conocen como los Olímpicos.

-Pero no soy griega. ¿Porqué estoy aquí? Creí que iría al cielo o al infierno. ¿Dónde estamos?

-Estamos en una pequeña isla cerca del Mediterráneo en Grecia. Los humanos no suelen venir mucho por aquí,creen que está maldito debido a las maldiciones que generosamente reparto por la isla de vez en cuando.-Lo dice tan orgullosa que por un minuto me pregunto si no estoy ante una psicópata.

-Estoy muerta,¿como es esto posible? ¿Porqué dijo en el mundo humano?.-Pregunto en voz alta,sin poder creérme todavía que,primero que nada,no puedo ver a mi madre,y segundo hay una deconocida frente a mi diciendome que es una diosa griega. Mi mente intenta procesar esto pero me es imposible.

-Técnicamente estas muerta,si lo vemos desde el lado humano.-Dice la chica misteriosa no tan misteriosa.-En realidad tu cuerpo humano murió. Tu esencia sigue siendo la misma. Eres tú.

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