• Capítulo 9 •

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Era la una y media de la tarde. Acababa de almorzar y se dirigía a su habitación para poder quedarse solo con sus pensamientos.

Al abrir la puerta de su cuarto una caja le impedía el paso. Tuvo que apartarla solo un par de metros, junto con el resto. Toda la semana había sido igual. Cada mañana recogían objetos, juguetes y parte del decorado de la casa y lo guardaban en aquellas cajas de cartón. Unas para la nueva casa y otras para donarlas.

Mañana era el gran día y a lo largo del mes Will iba asimilando poco a poco el cambio. Sus amigos y él estuvieron aprovechando hasta el último segundo. Las fiestas de pijamas con Max eran constantes pero aquello hacía que se les hiciese más difícil hacerse a la idea de no volver a verla en mucho tiempo. Fueron a todos los rincones de Hawkins. El arcade, el cine, el videoclub, la biblioteca hasta recorrió su antiguo colegio por última vez. El grupo nunca había estado tan unido, aquellos últimos días en el pueblo hicieron que sus lazos se extrechasen aún más.

Se tumbó en la cama. Miraba el techo. No podía creer que el día ya había llegado. El último día. Su última oportunidad para hablar las cosas, de solucionarlo de una vez por todas y zanjar el asunto.

No había vuelto a hablar de aquello con Mike. Ni con Max. En realidad, no tenía porqué hacerlo. Eso era más bien una batalla interna, y después de haberla liderado por meses, tenía claro lo que debía hacer. Pero tenía que mantenerse fuerte.

Toc, toc. Unos pequeños golpes en la puerta de su habitación alteraron sus pensamientos e hicieron que volviera al mundo real.

— Will, ¿estás ahí? —dijo Joyce al otro lado de la puerta— Tus amigos han venido a buscarte.

¿A buscarme? ¿Para qué? Quedaron en que hoy iba a ser un día para estar solos antes de la mudanza. Un día de "reflexión" lo llamaron ellos. ¿Por qué de repente cambiarían de opinión?

El castaño salió de su habitación, al igual que su hermana que también estaba algo extrañada. Ambos se dirigieron a la puerta principal de casa. Allí estaban dos de sus amigos.

— ¿Dustin? ¿Max? ¿Qué hacéis aquí? —preguntó el chico.

— Coge tu bici Byers, nos vamos. —contestó su amigo con una sonrisa.

— ¿A dónde? —dijo El.

— Ahora lo veréis. —dijo la pelirroja mientras la castaña se subía en la bici con ella.

Will montó en la suya y siguió a sus amigos. No tenía ni idea de hacia donde se dirigían. ¿Que tendrían entre manos?

Pasaron varios minutos sin parar de pedalear y el castaño iba reconociendo el camino. Esa carretera solo podía conducir hasta... La casa de Mike. ¿Qué tendrían preparado allí? Esperaba que no fuese una fiesta sorpresa de despedida. Eso sería lo peor que podían hacer, se sentirían aún más tristes de lo que ya están.

Los chicos aparcaron sus bicis en el garaje y abrieron la puerta de casa. Sus dos amigos les guiaron hasta las escaleras del sótano.

— Esperad un momento chicos. —interrumpió Dustin.— Os tenemos que tapar los ojos.

Max colocó sus manos ocultando los ojos de El y el rizado hizo lo mismo con Will. Los cuatro bajaron al sótano. Lo único que el castaño podía oír era el crujir de la madera mientras bajaban las escaleras. No paraba de repetir en su mente "Porfavor que no sea una fiesta sorpresa, porfavor que no lo sea..."

Llegaron al final de la escalera y se produjo un gran silencio. Sentía mucha presión, quería saber de qué se trataba todo aquello ya. Unos segundos después oyó un pequeño susurro. "Tres... Dos... Uno..."

SUMMER 1985: ❝una historia de Will Byers❞ [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora