Octava Parte.

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Narra Samuel.
Pasé una noche terrible por tener a Silvia a mi lado. No disfruté nada de la fiesta, incluso los chicos se sentían incómodos con su presencia. Pero, ¿qué hacía yo? No quería arruinar la relación de Willy ni nuestra reputación. Y todo por un solo revolcón.

A media noche, regresé con Silvia al hotel donde estaba hospedado.

- Elyas está conmigo, así que tú dormirás en mi cama y yo en el pequeño sofá que hay, ¿vale? - tomé la tarjeta para abrir el cuarto.

Una sorpresa entrar y no ver el equipaje de Elyas. Busqué por todos lados y no había ni una sola maleta.

- ¿Todo bien? - preguntó Silvia, olvidé por completo que venía conmigo.

- No están las cosas de Elyas, ahora vengo - Silvia volteó los ojos y bufó.

- Olvida eso, amor. Mañana lo vemos, mejor vamos a la cama - dijo con un tono sensual en su voz, pero más que excitación me dio asco.

- No, Silvia - tomé mi celular y lo llame, pero no contestó. Volví a llamar sin obtener respuesta. Comencé a preocuparme. Llamé a los chicos, pero igual ninguno contestó.

Salí corriendo a recepción para preguntar si lo habían visto salir con alguien.

- Sí, señor, pero iba solo. Llevaba sus cosas. Tomó un taxi y se fue - dijo el recepcionista.

Volví a llamarle, pero de igual forma no contestó.

- ¡Joder, Elyas! ¿Dónde estás? - bufé desesperado.

Subí a mi habitación mientras seguía llamándolo.

- Samuel, basta - dijo Silvia quitándome el móvil de las manos.

- Sí, tienes razón. Basta - la tomé del brazo y la jale hasta la entrada - haz lo que quieras con las malditas fotos. No me importa - la saqué de mi habitación.

Cerré con un portazo y me llegó un mensaje al móvil. Era Elyas:

Samuel, por favor, deja de llamarme. Estoy con mi prima.

Sentí muy frío su mensaje, pero de cierta manera el saber que estaba bien me tranquilizaba bastante.

Salí en busca de Silvia y la encontré en recepción. Me disculpé por haber actuado de manera tan grosera y le dije que pasara la noche en mi habitación.

*Al día siguiente*
Desperté y tenía muchas llamadas y mensajes de Jesús. Me sorprendió bastante.

Salí a la pequeña terraza que tenía y le devolví la llamada.

- ¿Qué pasa, Jesú? ¿Todo bien? -

- No, Vegetta - comenzó a sollozar un poco - ¿Podemos quedar? -

Ambos acordamos en el lugar donde nos veríamos y a la que hora. Mandé un mensaje a Elyas diciéndole que necesitaba hablar con él urgentemente. Luego, dejé un recado a Silvia en el que le avisaba que estaría con Jesús.

Llegué al lugar acordado y él se encontraba sentado en un banco con la cabeza baja.

- ¿Qué pasa? - Jesús levantó la cabeza y se le veía cansado.

- Yo... Hice algo malo ayer - fruncí el ceño y me senté a su lado.

- ¿Qué pasa? Sabes que puedes confiar en mí -

- Tú sabes que a mi me gusta Herny... Pues ayer se lo conté a Lexosi y él me dijo que le gustaba Arsilex... Bueno, el caso es que los vimos muy juntos y ambos nos enojamos. Nos pusimos hasta el c*lo de pedos y... - calló mientras veía al suelo.

- ¿Qué hicieron, Jesús? - sus manos se movían de arriba hacia abajo en sus piernas.

- ... Nos besamos - abrí la boca sorprendido sin saber qué decir.

- Lexosi... Y tú... ¡Hala, chaval! - puse mis manos en mi nuca - No sé qué decirte... -

- No digas nada... -

- ¿Pero por qué consideras que es malo, tío? -

- Porque... Yo sé que Lex quiere a Maryan... - quedé muy sorprendido con la confesión de Jesús.

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Un Planeta Llamado Nosotros - ElygettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora