Decimoquinta Parte.

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Narra Samuel

Dejé que sonara bastantes veces. Más de diez llamadas perdidas. No estaba procesando lo que acababa de decir y el hablar con Elyas no ayudaría en nada. Suspiré cansado tras la última llamada que recibí suya.

Tome el móvil y tenía miles de menciones en Twitter preguntando si lo que había dicho era verdad, cuestionando cualquier indicio de lo que había dicho. Y entonces apagué todo y me quedé dormido.

La puerta se abrió con una brusquedad inmensa. Volteé asustado, encontrándome con la mirada de Elyas.
- ¿Q-qué pasa, compañero? - titubeé
- ¿Qué has hecho, Samuel? Yo estaba feliz, estaba bien... ¡Estaba a punto de casarme! - gritó con lágrimas en los ojos.
- Yo no hice nada - no sabía de qué hablaba.
- Esto - entonces me mostraba un vídeo de nosotros dos besándonos - me arruinas la vida Samuel - y salió de ahí llorando, azotando la puerta principal.

Desperté agitado, sudando, casi temblando. Me levanté y senté en la orilla de la cama. Fui hasta el baño y me eché agua en la cara. Me quedé viendo fijo el espejo, pensando en lo que había soñado. Todo parecía tan real.

Tocaron a la puerta y sentí escalofríos. Un poco tembloroso fui a atender y me encontré con Fargan. Suspiré aliviado y abrí la puerta.

- Tío, ¿qué has hecho? - puso su móvil en mi cara, mostrando miles de tweets.

- Tenía que soltar algo que mi corazón quería demostrar, pero creo que no fue el momento indicado, ¿verdad? - Fargan negó con la cabeza sentándose en el sofá y yo lo seguí sentándome a un lado.

- No - rió un poco - ¿por qué nunca me dijiste nada? - su voz se volvió más grave y seria.

- No lo sabía, no estaba seguro de lo que sentía y creo que hoy me di cuenta de que sí - baje la mirada.

- Pensé que tú y yo teníamos algo especial - soltó una carcajada típica de él contagiándome al instante. 

- Lo tenemos, Fargan, lo tenemos - le dirigí una sonrisa sincera.

- Estoy para ti, compañero - puso su mano en mi pierna.

- Gracias, Fargan - suspiré un poco cansado - Ahora no sé qué hacer - 

- ¿Acerca de qué? - 

- De lo de Elyas... Tenemos que seguir grabando, pero no quiero toparme con él ahora - me eché para atrás, cubriendo mi rostro con las manos.

- Pues ya dijiste lo que tenía que decir, sé que es complicado, pero tienen que hablar - asentí.

*Al día siguiente*

Fargan se había quedado dormido en el sofá la noche anterior mientras veíamos una película, y a pesar de que lo movía para despertarlo era en vano, el tipo tenía el sueño pesadísimo. Así que ahí se quedó. Solo le lleve una almohada y un cobertor. Se le veía estar descansando.

Por desgracia para mi, no descanse en absoluto. En mi cabeza daban vueltas las palabras que debería decirle a Elyas cuando lo viera. Tenía que decirle toda la verdad y lo iría a visitar a Teruel. 

Me levanté de la cama y fui a preparar el desayuno tanto para David como para mi.

- Vaya, hasta que se te ocurre hacer el desayuno. Estaba a punto de ir a despertarte - se levantó del sofá riendo.

- Ya no eres un niño, puedes prepararte el desayuno tú solo - me contagió de su risa - ¿Revueltos? - 

- Ya lo sabes - me guiñó el ojo, me limite a sonreír.

Me puse a cocinar mientras David veía su móvil.

- La que has liao - dijo con tono sarcástico.

- ¿Tanto? - se encogió de hombros.

- No lo sé realmente - se rasco la nuca - se habla más del Elygetta que del Wigetta - asentí.

- Es bueno... - puse un plato con huevos y tocino frente a él - quería desviar un poco la atención - 

- ¿Qué pensaste de lo de ayer? - traje dos tazas de café.

- Iré a verlo a Teruel el próximo finde - le di un sorbo a mi bebida.

- Me parece excelente - me sonrió. 

(...) 

La mañana se me fue en grabaciones y ediciones de vídeos, pero al menos ya se estaban exportando y lo único que quedaba por hacer era esperar. Por lo que me dispuse a encargar comida.

Tome mi móvil y llamé a la comida italiana. Mientras esperaba, puse una de las series que estaba viendo, pero sonó mi móvil por una llamada. Lo tomé y el nombre de Elyas aparecía en la pantalla. Con nerviosismo deslice hacia abajo contestando.

- Dime - tragué saliva.

- ¿Es verdad? - el color subió a mis mejillas.

- ¿El qué? - intenté sonar tranquilo, pero Elyas solo rió.

- Sabes a que me refiero, Samuel - mi nombre siendo pronunciado por él me causaba escalofríos.

- Sí - me limite a contestar.

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Un Planeta Llamado Nosotros - ElygettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora