Capítulo 6

7.5K 439 12
                                    

—¡Sois unos mancos!

Los tres me miran derrotados y Javi tira el mando de la Xbox a un lado del sofá. Es la quinta partida seguida que gano al Jump Force. ¡Me encanta ese juego!

—Yo me largo —mi hermano se levanta del sofá, luego coge el móvil, la cartera y las llaves—. He quedado, no me esperéis para cenar.

—Ni para dormir —dice Javi entre risas.

Teo niega con la cabeza mientras intenta contener la risa mientras sale por la puerta.

—¿Alguien quiere la revancha? —pregunto con voz burlona.

—Paso.

—Yo también paso, es imposible ganarte —Yon se deja caer sobre el respaldo del sofá.

Me encojo de hombros, apago la Xbox y guardo los mandos.

—Creo que voy a salir un rato —Javi coge las llaves de su coche, entre otras pertenencias, y se dirige al recibidor.

—¿Tú también vas a salir?

Yon me mira y niega con la cabeza.

—Portaos bien —dice Javi con picardía.

Salgo corriendo para alcanzarle antes de que abra la puerta principal y le agarro de la camiseta.

—No me dejes sola con él —suplico—. No sé cómo comportarme después de lo que pasó.

—Actúa normal, sé tú misma. Seguro que él no le da ninguna importancia.

—Vaya, gracias.

—En serio, no te enamores, te lo digo por tu bien.

Hago un ruido extraño con la boca al soltar aire y pongo los ojos en blanco.

—No voy a enamorarme, acabo de conocerlo.

—Más te vale —revuelve mi pelo y cierra la puerta.

Me muerdo el labio inferior y cojo aire. No voy a enamorarme de Yon, acabo de salir de una relación y quiero ser libre.

Pasamos casi media hora en un incómodo silencio, mirando el móvil, sin hacer nada más, hasta que me canso y enciendo la televisión. Haciendo zapping descubro que están dando una de las muchas películas de Destino Final, me da un poco de asco ver cómo mueren, pero están bien para pasar el rato.

—¿Por qué pones esa cara? Si todas las escenas se ven muy falsas, exageran demasiado.

—Me da grima, imagínate que te pasa a ti, debe ser horrible morir así.

Yon se encoge de hombros antes de seguir mirando la película. El silencio vuelve a instaurarse entre nosotros hasta que, cinco minutos después, le ruge la tripa.

—Creo que voy a hacer una pizza.

Se levanta y va a la cocina. Yo también empiezo a tener hambre, así que me uno a la idea de la pizza.

—¿De qué sabores hay?

—Una de barbacoa y otra de cuatro quesos.

—¿Tú cuál prefieres?

—Si quieres las compartimos.

¡Genial!

Tras poner las pizzas en el horno, Yon sale de la cocina y vuelve a sentarse en el sofá. Me mira de reojo durante unos segundos antes de centrarse en la pantalla de su teléfono. Cuando finaliza el temporizador del horno, salimos los dos corriendo a sacar las pizzas. Nos las llevamos al sofá y volvemos a mirar la película. Ambos disfrutamos de la comida hasta que mi móvil empieza a vibrar, asustándome y provocando que se me caiga un trozo de pizza en la pierna.

—Estás muerta de miedo, quita ya esa película —dice Yon entre risas.

—No es miedo, es tensión.

Miro la pantalla de mi móvil para descubrir que me está llamando Ana, así que decido contestar. Está muy agobiada, por lo que no logro entenderla hasta dos minutos más tarde. Según parece, Sergi la ha estado molestando para que le dijera dónde estoy viviendo, y como no ha conseguido sonsacarle nada, ha ido a ver a mi padre, que no sabe que hemos roto y le ha dado mi nueva dirección. Al parecer se avecinan problemas y no sé cuándo van a llegar. Yon, que me ha estado observando durante toda la conversación, me pregunta qué pasa en cuanto cuelgo.

—Mi exnovio viene hacia aquí con intenciones desconocidas.

—Que venga —coge un trozo de pizza y se lo mete en la boca antes de volver a mirarme—. No va a hacerte nada, estoy contigo.

Su tono de voz, tan seguro y firme, consigue relajarme. No estoy acostumbrada a que un chico sea tan protector conmigo, y no puedo evitar sentir cierta calidez en el pecho.

—No tengo miedo a lo que me pueda hacer, sino a lo que pueda decir —Yon alza las cejas, animándome a seguir con la conversación—. Soy muy estúpida y enseguida cedo por pena, ya intenté dejarle una vez y no lo conseguí.

—Ayer no parecías acordarte de él.

Sonrío tímidamente mientras le tiro un cojín a la cara.

—¿Es que no escuchas? No volvería con él porque le quiera, sino por pena.

—Déjamelo a mí, tengo experiencia gestionando chantajes emocionales.

Miro a Yon y me derrito por dentro: cuando quiere es un amor; si a eso le sumas que podría contemplarlo todo el día, podríamos decir que es como una droga: ya la he probado, y quiero más, especialmente porque quiero saber qué se siente estando entre sus brazos. No sé si lo hace a posta, o porque casi se mancha de aceite, pero se quita la camiseta y se queda con el torso descubierto. Tiene unos abdominales de infarto, y me pongo a cien solo con mirarlo.

En cuanto nos acabamos la pizza, recojo los platos y aprovecho para ponerme el pijama: un pantalón corto color salmón y un top ancho de manga corta del mismo tono. En cuanto cruzo la puerta del comedor, Yon centra su mirada en mí y tengo que hacer un gran esfuerzo para no sonrojarme. Sé que tengo un buen cuerpo y voy a sacarle provecho. No pienso conformarme con que la única vez que me haya enrollado con Yon sea en una discoteca, borracha, y casi ni me acuerde. Sé lo que ha dicho Javi, pero no estoy dispuesta a rendirme. Además, no es amor, es solo un capricho, y muchísima atracción física.

Me siento en el sofá, al lado de Yon, mientras él hace zapping y va mirándome de reojo. Al final deja un programa de veterinarios, aunque seguramente solo lo ha hecho porque yo se lo he pedido. La verdad, solía ver estos programas con mi hermana cuando éramos pequeñas y me recuerdan mucho a ella. Por algún extraño motivo, y sin darme cuenta, me he dejado caer sobre el hombro de Yon sin ningún pudor. Cuando me doy cuenta, mi corazón va a mil por hora, entre otras cosas porque sigue sin camiseta. Estoy nerviosa, pero no pienso apartarme ni un centímetro. Pocos minutos después empieza a jugar con mi pelo, y al acomodarse acaba pasando su brazo por mis hombros.

De pronto, y sin motivo aparente, Yon tira ligeramente de un mechón de mi pelo. Cuando levanto la cabeza para protestar, atrapa mis labios entre los suyos.

¡Madre mía! ¡Qué labios!

Yon tiene unos labios carnosos y suaves, y sus besos son bastante demandantes. Pocos minutos después, cuando la cosa ya está bastante descontrolada y parece que por fin podré pasar una noche con él, llaman a la puerta. 

Tu ausencia me llevó hasta élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora