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Era de pensarse que el omega tuviera miedo de comenzar una nueva vida solo, pero no quería regresar con el alfa.

¡Que descuido de él alfa pensar que era el omega quien estaba en ese momento con el! Intentaba sacarse esas ideas de la cabeza, pero entre más lo pensaba más se enojaba con el alfa.

Pasaron algunas semanas y para cuando todos se dieron cuenta, había un bebé en la vida del omega.

Pasando todos los cuidados que el omega debía tener hacía con su bebé así como hacía con el, consiguió un trabajo de camarero, jamás imagino que fuera tan difícil.

-ay, que día... Se me había olvidado lo duro que es el trabajo.

-tranquilo, pronto se acostumbrar. -dijo rin dibujando una gran sonrisa en su rostro.

-vamos rin, no tienes que hablarme de usted y menos en tu casa. -ciel estaba con los brazos a cada lado del sofa moviendo sus deditos para aliviar el dolor que sentía en sus pies.

Sin decir nada rin ya había preparado agua caliente en una tina para que el menor metiera sus pies ahí.

Justo cuando lo iba a hacer, el bebé soltó un gran chillido y el omega puso una cara de resignación.

Rin fue por el bebé llevándolo hasta el menor, el cual al verlo se le olvidó todo cansancio.

-cómo planea... Planeas ponerle a tu bebé ciel. -dijo viéndole desde arriba ya que ahora el bebé lo tenía su madre en brazos.

-no lo sé... Quiza... Podría ser... Alexander. ¿Te gusta?

-no me tiene que gustar a mi... Con que te guste a ti es suficiente.

-Ron, no digas esas cosas, ahora tu eres mi familia, eres quien me recibió en su casa y... No tenias que hacerlo. -la voz del menor cambio, los recuerdos del alfa vinieron hasta el, pero cuando descubrió que una lagrima pronto se escaparía frunció el seño.

El bebé había dejado de llorar, tocando la mejilla de su madre queriendo juguetear con la cara del menor.

-bien Alexander, creo que ahora seremos solos tu y yo. Espero que no seas un omega. -dijo triste de nuevo.

-¿Porque le dices eso? Pensara que ser omega es malo.

-si lo es. Es una maldición ser un omega, es... Estar atendido a lo que los alfas digan, si les gustas bien, si no, te tienes que abancar tus emociones si no quedas en ridículo y además los alfas nos unos idiotas.

-¡tranquilo! ¡Hombre! El tuyo solo cometió un error.

-no entiendo como pudo confundirme con alguien como ese tal grell. -su carta se lleno de tristeza y estaba a punto de llorar.

-ey, tranquilo, si le dieras la oportunidad de disculpar...

-no, jamás, el me confundió, se nota que conocer mi cuerpo, haberme hecho suyo no sirvió de nada. -hizo un puchero y cuando volteo a ver a Alexander el también tenía un puchero en la suya.

-no mi vida, mamá está bien. -de nuevo una radiante sonrisa volvió a su rostro para su bebé. -sólo espero ser una buena madre.

-lo serás. -Ron Sonrió otra vez llevándole un biberon para el bebé con leche calentita.

Alexander al parecer tenía hambre y estaba ansioso, pero en cuanto se terminó la leche, se volvio a quedar dormido.

-listo, se durmió.

-bien, ahora que está todo en orden iré a la tienda, hacen falta cosas. -Rápidamente el omega saco unos cuantos billetes de su bolsa. -no hace falta ciel.

-tomalos porfavor, no me hagas sentir inútil.

-no eres inutil, pero ese dinero deberías guardarlo para gastos del bebé, se vienen cosas más difíciles y será mejor que tengas un fondo de ahorros. Si yo necesito dinero te diré ¿esta bien?

Terminó de meter sus llaves y dinero a su bolsa, la cual era pequeña, negra y se la colgó atravesada quedando de lado.

Las compras sucedieron normal, lo cual a Rin la distraía mucho, la hacía pasar más rápido el tiempo además de que le gustaba comprar muchas chucherías.

Cuando venía de regreso una camioneta de color negro estaba frente a su edificio, reconoció las placas rápidamente así que caminara lento, como si nada.

Incluso compenso a tararear una canción, abriendo la puerta y entrando.

-¿que hace la camioneta del señor Sebastián aquí?

Se escucho como alguien detenía la puerta antes de que se cerrará.

-¡Rin! -una voz grave la llamo.

-S-Señor S-Sebastián... -no lo podía creer, era el, ¿sabía que ciel vivía con él? ¿Alguien le había dicho que habían visto a Ciel por ahí?

-que bueno que te encuentro, ¿sabes algo de ciel?

-no señor, cuando fui a verlo al hospital... Ya no estaba.

-¿estas segura?

-señor, le estoy diciendo la verdad. -Escondió la bolsa en su espalda, ya que traía cosas para el bebé, como mordeduras, más biberones, uno que otro juguete. -Señor si me disculpa, es noche y mañana tengo que estar en su casa temprano.

-cualquier cosa... Marcame aquí. -después de decir eso, Sebastián se dio la vuelta y se fue y en ese momento la respiración de Rin regresó.

-estuvo cerca...

Al llegar a casa, vio que el menor se había quedado dormido en el sofa, al parecer eso de trabajar y cuidar al bebé iba a ser algo difícil en lo que ciel se acostumbraba.

Al día siguiente, ciel despertó en su cama gracias a Rin, además cuando ciel se sentó a desayunar esa mañana, Rin tuvo que informar lo sucedido la noche anterior.

Ciel se asustó un poco, no porque le tuviera miedo al alfa, si no porque no quería verlo, sentía que se iba a poner a llorar enfrente de él y no quería eso.

Reviso que no hubiera nadie desde la ventana, pero había un hombre sospechoso caminando por los alrededores.

-creo que dejó a alguien cuidando. ¿Que hago?

-pues quedate el día de hoy.

-no puedo perderían dinero... ¡Ay! ¡No importa! ¡Tengo que hacer un esfuerzo!

Desayuno, preparo sus cosas y las de Alexander y se dispuso a salir. Ya en la calle, vio que el tipo le seguía.

El día fluyo con tranquilidad, minutos después de que Ciel hubiese llegado a casa, el timbre sonó.





I LOVE A PIRATEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora