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El timbre había sonado, el peli- azul habia llegado de trabajar y aunque cansado, sabía que tenía que atender a los pequeños

Dentro de él, tenía la esperanza de que Sebastian lo fuera buscar, de que quisiera que regresará. Se llevó un susto enorme, ya que al abrir la puerta al que se encontró fue un rostro de tez blanca, labios hermosos y pelo negro alto y esbelto como ninguno.

¡Vaya que su personalidad no encajaba en ese lugar para nada! El oji azul trago saliva. El azabache se quedo callado, ciel también, estaba inmóvil, pero por dentro quería azotar la puerta.

-me invitas a pasar? -dijo serio el azabache pero con un tono de culpa.

El peli azul solo movió la cabeza dando una negativa muy sutil aun con los ojos abiertos como platos.

-tranquilo, no vine a reclamar nada.

«reacciona ya!» exclamó para sí mismo el oji azul. -pasa. -dijo por fin el omega cuando vio que no tenía salida.

Enseguida lloro uno de los pequeños, tenía hambre y quería a su madre, era la única persona que tenía hasta el momento, además no podía dejarlo, tenía que llevarlo consigo.

Era obvio que Rin había estado ayudando al omega y cuando ella salio de la cocina se quedo petrificada pensando que ese era su fin.

-no te preocupes Rin no voy a culpar te de nada... Mas bien estoy agradecido. -El peli azul y Rin se quedaron sorprendidos de la reacción del alfa, jamás lo habían oído las gracias a nadie y mucho menos a un sirviente de su casa. Dentro de él, el ojiazul tenía la esperanza de que el alfa le dijera que regresarán a casa, el mundo era muy cruel y si el alfa se enterara que era maltratado por su jefe, era capaz de matarlo y de matar a quien se opusiera en su camino.

El omega usaba unas batas muy monas las cuales eran de satin estampado, le daba una figura mucho más esbelta y tapaba los moretones, además de la pequeña llantita que aún no había desaparecido por el embarazo.

-quieres café? -pregunto el omega intentando ser educado.

-no, quiero hablar contigo. -el bebé estaba ahí, igual y preguntando quien era esa nueva cara que no había visto antes.

El alfa no dejaba de verlo y de un momento a otro el bebé comenzó a llorar como si le hubieran herido de gravedad. -tranquilo bebé que paso? Porque lloras de esa manera? Te lastime? -el ojiazul le revisaba todas las partes de su cuerpo, si no tenía calentura o fiebre o si le hacía falta algo, tenía hambre etc, hasta que entendió. -eres tu el que lo hace llorar de esa manera... -dijo con los entrecerrados.

-yo? -dijo asustado.

-si, sabe que confundiste a su madre con una ramera de quinta. -dijo aun indignado el omega.

-por favor... Perdóname... No quise...de verdad... Estaba obscuro y... Sus manos, traía los guantes que te regale una ocasión recuerdas? Esos que usamos para salir de compras... Traía tu ropa, tu aroma.

Quizá el omega había exagerado, pero como era posible que dejará entrar a ese tipo a su casa? Porque seguia entrando? Seguía entrando?

-iré a preparar café. -cuando se levantó de el sofá, se arremango un poco las mangas y fue ahí donde el alfa se dio cuenta.

Había sido un grave error el haber dejado y abandonado tanto al omega. Si se hubiera dado más prisa, si hubiera sido más eficiente en su búsqueda, todo aquello no estaría pasando... No, nada de eso hubiera pasado si el no hubiera confundido a su omega.

Desgraciadamente grell se había válido de los medios para poder engañar al alfa. El aroma de grell en ese momento era el mismo que el omega, además de que era obscuro y el alfa estaba cansado.

I LOVE A PIRATEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora