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"Bill, esta noche no. No estoy de humor." Una mentira absoluta, pero no había forma de que le dijeras la verdad. Bill y tú acababan de tener una hermosa niña. Ella era la luz de su vida, pero aún no habías perdido todo el peso que ganaste con el embarazo. Nunca te habías sentido tan poco atractiva. Cuanto más tiempo duró el embarazo, más baja se volvió tu autoestima. No estabas segura de que Bill lo notara, por lo que estabas agradecida. Hiciste lo que pudiste para ocultárselo. Ya tenía suficiente para que añadieras el hecho de sentirse horrible y no querer que te tocara.
Últimamente, cada vez que intentaba algo, te inventaste lo que creías que era una excusa plausible. Cada vez era más difícil encontrar una que tuviera sentido. No estabas segura de cómo decirle a Bill: "Lo siento, me siento fea y no te quiero cerca de mí". Era muy comprensivo, sin embargo, creías que incluso él no sabría cómo manejar el sentimiento antiestético de su esposa, y no había nada que él pudiera hacer para que te sintieras mejor. Cuando lo rechazabas, nunca decía nada, pero notaba en su cara. Odiabas ver el dolor en sus ojos y saber que tú eras la causa.
Te volteaste para que no viera las lágrimas con las que habías estado luchando durante las últimos meses. Parecía que cada vez que te volteabas llorabas por lo que parecía no tener razón alguna. Sabías que la mayor parte eran las hormonas, pero parte de ellas eran sólo tú.
No ayudaba que cada vez que mirabas a tu hermosa niña, te sentías aún más culpable. La amabas con todo mi corazón. Era la mezcla perfecta de Bill y tú. Era nuestra pequeña Isabella. Afortunadamente para ella, es la viva imagen de Bill. Ya se notaba que ella sería su mini-yo. Lo primero que dijo tu madre después de que Isabella naciera. "Parece una mini Bill, excepto por sus labios, tiene tus labios querida".
Se parece a mí por su personalidad, incluso a los pocos meses de edad. Era una buena bebé en su mayor parte, pero a veces podía ser muy quisquillosa. Aunque Bill parecía ser mágico con ella. Casi siempre podía calmarla. A veces parecía que realmente no hacía nada diferente a lo que hacían los demás. Pero de alguna manera con él, ella se calmaba en lo que parecía un instante. Te hacía sentir como una madre terrible, ni siquiera podías cuidar a tu bebé. Bueno, podias cuidarla, pero no calmarla.
Sabías que los primeros meses serían difíciles, sin embargo, no sabías lo difícil que era. Sabías que podías manejar al bebé o la sensación de inseguridad, pero no ambas cosas. No te ayudó estar solo la mayor parte del tiempo mientras Bill estaba filmando. Odiabas sentirte tan celosa de que Bill dejara la casa y no se quedara a cuidar al bebé. Te sentiste terrible por pensar esas cosas, sin embargo, era difícil no tener esos sentimientos. Él estaba fuera siendo una maravillosa estrella de cine y tú estabas atascada odiandote.
