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Bill estaba cansado. Y a ti no te había simpatizado en absoluto con ese hecho. Te quejabas y hacías pucheros cuando él no quiso ir a cenar o ver una película o cualquiera de tus otras sugerencias. Cuando le pediste sexo y él te dijo que estaba demasiado cansado, te habías ido de la habitación. Tomaste una actitud diferente al día siguiente, esperando que tu larga noche de sueño hubiera aliviado tu irritabilidad.
Fuiste a la sala de estar con un badydoll nuevo, subiste a su regazo y te sentaste a horcajadas sobre él. Se rió suavemente y te dio una sonrisa cansada.
"Cariño, te ves increíble, pero..."
Tu ánimo había caído un poco. "¿Por favor? ¿Y si no tenemos sexo? ¿Qué tal si... hacemos otra cosa? Por favor?" Moviste un poco las caderas.
Su cabeza cayó contra el sofá. "Me estás matando, aquí. Muy bien." Levantó la cabeza y miró a tus ojos con sus manos sobre tus piernas. "¿Quieres que te ayude?"
asientes con entusiasmo y él te levantó un poco, moviéndote para que tuvieras un buen ángulo sobre su muslo, y luego sostuvo sus caderas mientras empezaban a moverte.
estabas necesitada, y no tardaste mucho en empezar a manchar sus vaqueros con tu excitación, lloriqueando un poco, agarrándote a sus hombros, moviéndote cada vez más rápido.
Chasqueó su lengua. "Mírate. ¿Ya te vas a venir por mí?"
asientes , gimiendo suavemente.
Su labio inferior desapareció entre sus dientes. "Mierda. Detente. Detente", ordenó él, y tu lo hiciste, tu cuerpo comenzando a temblar. No pudiste evitar el gemido que salió de tu boca , pero te tomó de las caderas y hecho la cabeza un poco para mirarte a los ojos.
"¿Qué pasa?"
"Levántate", dijo bruscamente.
Te alejaste de él, frunciendo el ceño, preocupada.
Luego se desabrochó el cinturón. Levantó las caderas para empujar sus vaqueros y calzoncillos. acaricio lentamente su dura polla, mirándote fijamente. "Quítate la ropa".
Te apresuraste a hacer lo que él te había ordenado, quitándote la lencería y tus bragas empapadas.
Te hizo señas para que te acercará y te llevó de vuelta a su regazo, inclinándose hacia atrás y mirando entre ellos mientras deslizaba la cabeza de su erección a lo largo de sus pliegues y se burlaba de su clítoris. Te retorcías y agarrabas sus bíceps, jadeando.
"Por favor", susurraste.
No te hizo esperar más. guió su erección hacia ti y gimió cuando entró en ti de una estocada. Te envolvió con sus brazos, abrazándote mientras te hacía rebotar rápidamente, llevándote al borde del precipicio en cuestión de minutos.
"Correte para mí", dijo con voz ronca, su cabeza presionada contra tu hombro.
No tuvo que pedirlo dos veces.
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