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"No puedo creer que me obligues a hacer esto."
"No puedo creer que nunca hayas jugado a esto antes. ¿Qué, son los suecos demasiado cool para jugar el suelo es lava?""
Inclinó la cabeza a tu nivel. "¿Quieres repetir eso?"
Te burlaste soplando su cara "Empecemos de una vez.''
Bill se colocó a tu lado en el centro del living, los sofás y las sillas se esparcieron al alrededor de la sala con cojines rociados con cojines entre ellos, y al final de la habitación, tu premio, la última rebanada del famoso pastel de chocolate de tu abuela.
Tronando los nudillos, estiraste los brazos por encima de la cabeza, ignorando su resoplido y sus murmullos. Habías estado ganando este juego desde que tenias memoria, y hoy eso no cambiara.
"¿Cosas calientes listas?"
Él sonrió con suficiencia. "No tan caliente como en un segundo".
"Eso ya lo veremos".
Comenzaste la cuenta regresiva. "Tres... dos... UNO!!!!...", y luego de eso soltaste un grito de guerra, "¡El piso es LAVAAA!"
Bill sólo sintió una ráfaga de viento pasar por lado, corriendo por delante de él, mientras saltabas y te lanzabas de obstáculo en obstáculo como si esto fuera un campo de entrenamiento . Él suspiró, el amor era algo extraño.
Mientras Bill cuestionaba sus elecciones de vida, tú, por otro lado, estabas a nada de ganar la última rebanada del pastel. Sólo cuatro obstáculos por delante y ese pastel sería tuyo. No veías a Bill, pero no te preocupaba.
Volando sobre el sillón y sobre la mesa de café, estabas tan cerca que prácticamente ya podías saborear ese dulce pastel. Tenías una rodilla presionada sobre la espalda, unos brazos levantandote, cuando te tiraron rudamente hacia atrás por la cintura y te tiraron al suelo, gruñendo el 1,92 de Bill aterrizó encima de ti.
"¡NOOOO! ¡Me estoy muriendo!", te lamentabas. "¡ME HAS MATADO!" Le diste una patada, tratando de retorcerte para salir de sus brazos.
"Lo siento nena", hizo una mueca de dolor, "parece que los dos estamos fuera". Y luego, dijo, claramente tratando de mantener la diversión fuera de su cara y con la expresión más insinceramente sincera. "Al menos moriremos en los brazos del otro".
Lo miraste enojada. "¡Pero yo quería ese pastel!"
"Oh vamos nena, vamos a compartir."
Te enfadaste, "yo no iba a compartir nada".
"No seas así. ¿No es esto agradable? Tenemos cojines aquí, y una manta. Vamos a relajarnos un rato, ha sido un día muy largo. Entonces comeremos el postre."
"¿Pastel?"
"Sí, eso también".
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