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Estabas frustrada. Ni siquiera estabas convencida de que la palabra "frustrada" era la palabra realmente adecuada para el momento que estábas viviendo en particular. Ha pasado un largo tiempo desde que fuiste capaz de correrte de la forma en que lo hacían antes solo con tus dedos . Recientemente, cada vez que estabas de humor y dejabas que tus dedos se deslizaran hacia tus puntos más sensibles, terminabas completamente insatisfecha. Ningun movimiento fue capaz de llevarte al orgasmo que desesperadamente estabas ansiosa de sentir. Así que no es una sorpresa que te encuentres, una vez más, boca arriba y al borde de las lágrimas.
Era un sábado por la tarde caluroso y tenías la casa completamente para ti sola. Pensaste que hoy finalmente sería el día en que podrías alcanzar ese dulce orgasmo tan anhelado. No había nada que te presionara, ni distracciones, pero después de dos horas de ver interminables vídeos porno y pensar todas las fantasías que has tenido, seguía siendo totalmente inútil. Así que mientras yacías completamente desnuda en tu cama, haciendo un berrinche, de repente sonó el timbre de tu casa . Así que enojada, te levantas para ir hasta la puerta de tu casa.
Y ahí estaba él.
La encarnación humana de las fantasías sexuales que se han acumulado en tu mente en la forma de un hombre de 1.92 con una cara esculpida por los mismos dioses.
"¿Qué quieres Roman?" Dices completamente irritada. Era a la última persona a la que querías ver ahora mismo, especialmente ahora que la palpitación imparable entre tus piernas se ha intensificado aún más desde que saliste de tu habitación.
"Bueno, alguien está claramente feliz de verme." Roman se burló, la la punta de sus labios llenos surgió la sonrisa que hizo que todas las mujeres se desmayaran en un radio de diez millas. Pasó junto a ti, y entró en tu sala de estar. El olor de su costosa colonia de diseñador llenó tus pulmones. El no era consciente del efecto que tenía en ti, pero se daba cuenta de que en tí había algo raro. Tu respiración era más pesada de lo habitual y llevabas una bata de seda a media tarde.
"¿Qué hacías antes de que yo llegara?" preguntó Roman mientras daba vueltas sin parar alrededor del sofá. En cualquier otro momento estarías completamente encantado de que él hubiera venido a tu casa para pasar su tiempo libre. Pero hoy no fue uno de esos días. "Mira, Roman, si sólo quieres hablar, lo haremos en otro momento. Estoy ocupada", dijiste sin rodeos. Roman se dio la vuelta sobre sus talones. No estaba acostumbrado a que actuaras de forma tan poco acogedora, por lo general, eras la primera persona a la que podía acudir si necesitaba que alguien lo escuchara. Se acercó a ti, tan cerca que su pecho estaba casi pegado al tuyo. Acarició tu mejilla con uno de sus largos dedos .Sus grandes ojos verdes te miran con preocupación.
