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Tú y Letha habían decidido salir esa noche, ya que podría ser la última noche en que ustedes dos podrían ir a bailar, antes de que el embarazo robara demasiado de las energías de la rubia .Letha es tu mejor amiga de la infancia.
Todavía no podías creer que Letha no se hubiera dado cuenta de tu relación con Roman, aunque la mitad de la escuela sabía que era mejor alejarse de lo que todo el mundo consideraba la novia de Roman Godfrey.
No era necesario que tuvieras una marca evidente de tu relación sexual, para que todos supieran que era mejor no meterse contigo, tanto con palabras como con gestos.
Porque si no hubiera sido Roman quien se ocupara de ellos, habría sido Olivia.
Roman la molestaba para que expulsaran de la escuela a quien quiera que hubiera herido tus sentimientos o para que despidieran a sus padres, ya sea que estuvieran trabajando en la Torre Godfrey o no.
Nunca habías entendido por qué le importabas tanto a Roman, cuando todo lo que obtenía de ti era la simple satisfacción de una necesidad natural.....
... pero no te opusiste, cuando hizo que todos en la escuela te trataran como a una maldita princesa.
Aunque sabías que la gente hablaba a tus espaldas, con cosas como "la puta de Roman".... pero nunca se lo has dicho, ya que no sólo no querías un asesinato en tu escuela, sino que sinceramente sabías más que ofenderte no llegarán a más, ya que sólo tenían envidia de que fueras la protegida de Roman y su familia.
Esa noche, por cierto, estabas pasando el mejor momento de tu vida.
La fiesta, ya que de alguna manera todavía era verano, se celebraba en el exterior de un club, donde se tocaba música y la gente bailaba más libremente al ritmo que fuera.
No te habías dado cuenta de los borrachos las habían acorralado a ti y a Letha hasta que ya era demasiado tarde y, de repente, uno de ellos se las arregló para escabullirse entre ustedes dos, separándolas efectivamente, lo que las irritó bastante, e inmediatamente te acercaste a empujar a Letha para alejarla de él.
Literalmente le diste una mirada que decía "¡qué diablos, amigo!" pero él no retrocedió lo más mínimo y tú no sabías qué hacer, excepto agarrarte a una Letha extremadamente confundida, que te dio una mirada para preguntarte si estabas bien.
Sólo asentiste suavemente, eligiendo un enfoque más agradable, acercándose al chico que se había enfrentado a ti, preguntándole al oído "¿qué mierda quieres?"
