C a p í t u l o_1 0

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; ; W o n d e r f u l


Una mujer estaba en la desolación de una estructura aparentemente friolenta, con su cabello parecido al carbón agitándose por el silbido de la noche anunciando el reinado eterno de la luna. Sin decir palabra alguna, con la mirada baja, cuyo brillo apenas se podría ver por la penumbra del ambiente, su respiración era tranquila, después de todo, el frío cristalizando sus mejillas era una excusa para permanecer con calma.

Las nubes lloraban por su decisión, el cielo se iluminaba pobremente por los truenos indignados por la situación que se presentaba pero ella sólo sonreía ya todo estaba hecho. Su bebé en brazos lloriqueaba, recibiendo perezosas caricias en la mejilla, dejándolo desamparado en su cuna, caminando después a paso tranquilo hasta el balcón, contemplando por última vez la ciudad de Paris iluminada por las luces artificiales, tragándose sus palabras, maldiciendo hasta cada segundo de su vida, ignorando como las demás veces los gritos en su cabeza, apoyándose de la baranda fielmente, apretando los nudillos, suspirando profundamente apartaba el cabello de sus ojos, dejando ver dos orbes negras con pupilas parecidas a una luna menguante.

---- Perdona por no haber esperado lo suficiente.

Cerró los ojos suspirando sus palabras, parecida a la ventisca que agitaba sus ropajes algo holgados. Y a lo lejos, se pudo apreciar cómo un cuerpo caía hacia las espinas envenenadas de las rosas blancas, ahora negras por la sangre que derramó.


. . .

--- ¡Bri! ¡Se está moviendo!

Exclamó Le courage apartándose, con las manos a la altura del estómago, temeroso como de costumbre. Y es que, cuando la pelirroja se le acercó sonriente se ganó un buen golpe justo en el tabique.

Entre quejidos tapó su rostro con ambas manos.

---- ¡¿Qué quieres?! ¡¿En dónde estoy?!

Preguntó joy incorporándose rápidamente, ahora indignada por el intento fallido al tratar de levantarse.

---- Tranquila, estás a salvo.

Le dijo ella abriendo su ojo con el ceño fruncido en una obvia expresión de dolor, alejando suavemente la gran mano del híbrido quien por reflejo se acercó preocupado.

Joy abrió su ojo de par en par, el temblor de su pupila inspiró temor e impresión.

---- ¡¿Qué le pasó a mi pierna?!

Gritó horrorizada tensando los hombros.

El resto es historia.


A los minutos, Briggitte estaba cargando leña, daba pasos firmes y confiados hasta el lugar donde viviría Joy quien sólo estaba maldiciendo todo, siendo escuchada por los arbustos vivientes quienes temerosos corrían a algún lado cuando encontraban su mirar. Cruzada de dos brazos (los restantes dándole apoyo en el piso) Indignada por su situación actual sólo se acercó a un riachuelo para mirar de cerca a los anfibios de diversos colores, quedándose con la mirada perdida gracias a la querida nostalgia que dominó su pecho latente de emociones imposibles de olvidar. Era como si aquella primera vez en la que vio a su adorado se repitiera, como si esperara el crujido de esa rama, como si tratara de convencerse a sí misma de que en cualquier momento llegaría Hans con algunos bocadillos en las manos, como si fuera otra de sus reuniones casuales.

La dulce pelirroja estaba construyendo su casa con magia, justo en un lugar realmente atractivo para la vista, uno donde había vegetación, justo al frente de un lindo estanque donde las estrellas más brillantes contemplaban sus propios reflejos. Ahí podían sentir el aire fresco de las mañanas, o quizás el frío de la noche.

Viaje de memorias.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora