c a p i t u l o_1 1

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;; w o n d e r f u l .

Sus pies descalzos tocaron el césped púrpura del planeta y en un suspiro profundo una sonrisa amplia se dibujó en su rostro. Acto seguido, extendió los brazos estirándose, caminando alegremente hasta su nuevo destino, dando de vez en vez algunos saltitos de alegría más que nada. Era un lugar rico en flora, lleno de plantas exuberantes que te saludaban animadas, el danzar de los árboles no se hizo de rogar tampoco como el cantar de los anfibios en los estanques.

En su paseo por las afueras del pueblo se encontró con algunos insectos tan grandes como un automóvil, y aprovechando su recién llegada echó un vistazo a todo rincón no muy lejano a ella, sumándose al danzar de los grillos, bailando con alegría y vigor, cerraba sus ojos de vez en cuando entre risas y sonrisas amplias, flexionando un poco las rodillas, agitando un poco sus antebrazos.

Al poco tiempo llegó a hacer amistades con algunos, accediendo a un paseo sobre una gran oruga, quien la llevó a variadas zonas de un bosque lejano a las zonas urbanas.

----- ¡Es inmenso!

Exclamó ella con la boca ligeramente abierta y en ese gesto un brillar fugaz le dio más vida a su mirada juvenil.

Estaban pasando por las amplias hojas de donde caían gotas que algunas vez pertenecieron al llanto de las rosadas nubes pintadas en un cielo claro estrellado, tomando un color aguamarina claro; su entorno consistían en montañas que a lo lejos lograban distinguirse entre la vasta vegetación, plantas que tomaban vida gracias a la gran laguna de un rosado un poco más fuerte que las nubes, pareciendo parte de un algodón de azúcar. Por otro lado, las grandes montañas eran de un orquídea intenso, las copas de los árboles de un verde frondoso, destacando más que la oscura madera; las plantas ¡eran de todos los colores! Algunas blancas, otras grisáceas, verdes, azules, amarillas, rosadas... Etc. Llamando la atención con su diversa naturaleza o patrones: como círculos en los pétalos o en las raíces, siempre resaltando por sus colores inevitablemente llamativos. Briggitte moría de ganas por tener una de esas plantas en su hogar pero, luego trataría de llegar a un acuerdo con éstas.

La gran oruga la guiaba por los caminos colorados mientras que la joven centraba su mirada en cualquier elemento que llamara su atención a gritos.

---- ¿Lo sabías? ¡En este planeta el cantar de las plantas es todos los días!

Le dijo animada aquella oruga de colores llamativos.

---- ¿Y dónde podemos oírlo?

Briggitte giró la cabeza apenas formuló aquella pregunta.

Su acompañante hizo unos ademanes con las patas, guiándola a una cueva decorada con hongos que daban luz continua a todo el entorno, a veces las luces eran violetas, otras azules.

Briggitte se encaminó hasta lo que parecía ser un escenario. El fondo de este estaba decorado con flores blancas junto con el musgo que le daba un aspecto tropical, en el suelo -de plataforma no muy alta-: otras florecillas que daban luz como si de reflectores se tratara, y entre las lineas que separaba cada tablón de madera pequeñas plantitas que podían saludarte si te les acercabas. En el techo: unas barras de madera en la que enredaderas se enrollaban de forma natural. A los laterales columnas gruesas compuestas por madera roja.

---- ¿Cuándo empieza?

Preguntó bri ansiosa.

---- Espera un momento.

La joven, en un gesto de impotencia por la mágica euforia latente en su corazón hizo una mueca que delataba su impaciencia por contemplar lo que seguramente seria una obra de arte.

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⏰ Última actualización: Apr 03, 2020 ⏰

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