Capítulo 1

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- ¿Y esa cara?

- Tuve una pesadilla muy extraña...no lo sé, estaba en un lugar raro, era una montaña y estaba iluminada - respondí.

- Le dije a tu papá que esos juegos solo mantienen a la mente sin descanso, ten, se te hace tarde - dijo entregando mi almuerzo.

Deposité un beso antes de irme, a mi madre no le gustaba que llegue tarde a ningún lugar, muchos menos al colegio.

- Creo que tendrás una seria conversación con mamá - dije subiendo al auto.

- Erick, que hiciste ahora.

- Nada papá, solo que le conté sobre un sueño y ya sabes, siempre culpa a algo - reí.

- ¿Qué soñaste? - preguntó Sofía, mi pequeña hermana.

- Eso no te importa - dije jalando un poco su cabello.

- ¡Papá!

- Hoy sin peleas - advirtió.

Ambos tomamos cierta distancia, solo discutía con ella por diversión, apenas tenía diez años y a mis dieciséis admitía que aún me comportaba como un niño.

Miraba atento por la ventana del auto, no sé el motivo pero siempre he sido un fanático de admirar el cielo, las nubes y hasta las peores tormentas.

- Nos vemos en la tarde, se portan bien - pidió mi padre.

- Hasta la tarde.

- Erick. ¿No se te olvida algo?

- Andando - dije para mi hermana.

No me consideraba un mal hermano, solo que a veces era un poco llevado a mis ideas, estaba en una edad en la que ya anhelaba hacer todo por mi mismo sin ninguna presión.

- Espera, espera - dijo deteniéndome.

- Vamos tarde, debo ir a dejarte a ti salón.

- ¡Mi pelo!

- Demonios - maldije.

Me puse en cuclillas intentando hacer un resistente peinado, no era que se viera bien pero al menos el cabello no le molestaría.

- Pórtate bien - pidió seria.

- Tú pórtate bien - respondí.

Sentí el sonido que llamaba al comienzo de clases, corrí por los pasillos intentando no llegar tarde, no quería un reporte.

Me detuve bruscamente, fue algo extraño, mi cuerpo se detuvo sin querer mover ninguna parte de mis extremidades.

Abrí la boca intentando respirar, pero la presencia de aquel chico me tenía completamente perplejo.

- Vamos Christopher, te enseñaré tu salón - dijo la directora en lo que lo guiaba.

Lo seguí con la mirada, apenas pasó por mi lado una corriente pareció invadir mi cuerpo entero, perdí el equilibrio inevitablemente, lo único que escuché fueron voces pidiendo ayuda.

Abrí mis ojos, conocía ese lugar, más de alguna vez fui por algún malestar inventado para lograr irme a casa.

- ¿Cómo te sientes?

- Bien - contesté confundido.

- Te desmayaste en el pasillo, tu madre viene en camino.

- Está bien - dije sentandome.

- ¿Tienes algún dolor?

- No, me siento...¿normal?

El llamado a la puerta me hizo suponer que era mi madre, apenas me vió no dudó en abrazarme.

- ¿Qué te pasó?

- Nada mamá, me siento bien.

- Fue un desmayo, yo le recomiendo que lo lleve con un doctor, nosotros no podemos hacer más que darle atención - dijo la enfermera del colegio.

- ¡Claro! En este momento nos vamos - respondió tomando mi mochila.

- Mamá, me siento bien.

- Y yo quiero estar segura. Muchas gracias - dijo para ella.

Me sentía avergonzado, iba tomado de la mano de mi madre tal cual un niño.

- Puedo caminar solo - dije soltando su agarre.

- ¿Por qué no me dijiste que te sentías mal?

- Porque no me sentía mal.

- Súbete - ordenó.

Obedecí de inmediato, no dejaba de pensar en lo que había pasado, fue algo muy extraño y ese chico de piel blanca no salía de mis pensamientos.

- Christopher - dije recordando su nombre.

Mi Último Destino - ChriserickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora