Conecté los auriculares al celular en lo que mi cuerpo descansaba en el suelo, admiraba aquellos rayos desprenderse del cielo, para mí era una noche perfecta.
- AH. Mamá - dije asustado.
- Supuse que estabas aquí, toma - dijo entregando un café.
- ¿Sigue llorando?
- Los rayos y tormentas les da miedo, es pequeña.
- Eso no es una excusa, es una miedosa.
- Y ella podría decir que tú eres un raro, no entiendo porque te gustan tanto estos fenómenos climáticos, siempre te han encantado - añadió.
- La naturaleza es muy linda y la vez misteriosa, creo que estudiaré algo relacionado a la ciencia.
- Y yo creo que tienes que ir a dormir, es tarde y tienes clases.
- Solo un rato más.
- Confiaré en que solo será un rato - dijo despidiéndose.
Me acomodé nuevamente, agradecía aquel ventanal de mi casa y aunque no pudiera verlos desde cerca, mi distancia era perfecta para admirar todo lo que ocurría en el exterior.
Abrí mis ojos con un gran dolor de cuerpo, dormir en el suelo no fue lo mejor de la noche.
Hice todo lo necesario antes de que mis padres se levanten, solo esperaba que el baño con agua tibia ayude a mi cuerpo.
- Buenos días - saludé.
- ¿Qué tal estuvo el espectáculo de ayer? - preguntó mi padre.
- Increíble. ¿Y mi hermana?
- Durmió muy poco, no irá al colegio - respondió mi madre.
- ¿Ves lo injusta que es conmigo papá? A mí no me deja quedarme cuando me desvelo.
- Erick, tú eres grande - excusó ella.
- ¿Y? Yo también debo dormir mis horas adecuadas. ¡Son mis derechos!
- Mejor desayuna que no puedes llegar tarde - ordenó mi padre.
Aparté el desayuno para cruzar mis brazos, a veces odiaba ser el hermano mayor.
- Erick, no comiences - pidió mi madre.
- Te espero en el auto - dije para mi padre.
- Te sientas y desayunas - ordenó ella.
- No quiero, odio ser el mayor.
Me facilitó las llaves de este para que me adelante, lo más probable era que no quería que me regañen, mi padre siempre me entendía y a veces se culpaba de mis cosas para evitarme un problema.
- ¿Qué te pasó ayer? - preguntó Manuel, mi compañero.
- Me desmayé, no me preguntes por qué, no me encontraron nada - respondí saludando.
- ¿Mentiste de nuevo?
- Te juro que no, esta vez si fue de verdad.
- Diablos, eso sí está raro hermano.
- La maestra, corre - dije tomando su brazo.
La maestra de ciencias sociales odiaba los atrasos, no entendía el afán de las personas por la puntualidad.
- No, vienen tarde - dijo impidiendo el paso.
- Pero si acaba de llegar.
- Erick ¿Me está contradiciendo?
- Lo está haciendo - dijo Manuel.
- ¡Nooo! Solo que...maestra, no se volverá a repetir, llegaremos a la hora.
- Está bien, pero por hoy quedan fuera - dijo cerrando la puerta.
- Vieja hija de...
- Manuel, ya está - interrumpí.
- ¿A dónde vas?
- A la biblioteca.
- ¿Qué? No, yo me largo - dijo tomando otra dirección.
Elevé los hombros en forma de aceptación, si se quería meter en más problema no caería con él.
Recorrí los pasillos buscando algo de mi interés, un nombre me llamó la atención y por más que quería alcanzarlo, no lo lograba.
- ¿Por qué son así? Soy chiquito - dije en reclamo.
- ¿Necesitas ayuda?
- Sí...
Me hice a un lado con un poco de vergüenza, nuevamente sentí algo raro al ver a ese chico.
- ¿Te gusta la ciencia? - preguntó viendo el libro.
- Un poco. Gracias - dije tomando el libro.
- ¿Estás mejor?
- ¿Yo?
- Ví que te desmayaste, no tienes que contestar si no quieres.
- Estoy bien, no fue nada.
- Christopher, vuelve con tus compañeros - ordenó su maestra.
- Fue un gusto, que bueno que estés bien. ¿Cómo te llamas?
- Erick.
- Siento como si te conociera. ¿Nos hemos visto antes?
- No lo creo, pero siento...
- Christopher - nombró nuevamente la maestra.
- Lo siento, fue un gusto - guiñó un ojo.