- ¿De qué te extrañas? Nuestro...
- Dilo, sé que cuesta llamarlo padre, personalmente aún me cuesta.
- Él se metió con su hermana, eso si es grave - añadí.
- Ser Dios no significa ser perfecto, pero es distinto, no puedes ser como él. Nuestros padres son unos de los más grandes de los dioses del Olimpo.
- Estoy harto de todo esto, no quiero ser un Dios, no quiero ir al Olimpo, quiero que todos me dejen en paz, aparecieron en mi vida y desde entonces se ha vuelto un maldito desastre - reclamé.
- ¿Me incluyes? - preguntó Christopher.
- Dijo "aparecieron" te incluye.
La risa sarcástica de mi novio hizo completar mi gran enojo, no pude evitar darle un fuerte empujón para que dejara de hacerlo. Quiso hacer lo mismo, pero mi velocidad fue más rápida para quitar su brazo.
- ¿Quería que entrenemos verdad? Creo que las condiciones están más que dadas - hablé para mi hermano.
- No voy a pelear contigo, olvídalo - negó Christopher.
- ¿No? - pregunté desafiante.
Sentí un aire cerca de mi cara, si no hubiera evitado aquel golpe posiblemente mi mejilla estaría ardiendo debido al impacto.
En los cortos años de mi vida jamás me había interesado pelearme con alguien, pero la mezcla de sensaciones me tenían bloqueado y con ganas de liberar todo lo que sentía.
No quería hacerle daño a Christopher, eso estaba más que claro en mi mente, pero su actuar me daba paso a querer desquitarme aunque sea con una pequeña advertencia.
- Defiéndete Christopher - ordenó Perseo.
- Hazlo - alenté.
- No juegues con fuego Erick, no quiero hacerte daño - respondió.
Empuñé mi mano dando directo en la comisura de sus labios, vi como agachó su cuerpo en lo que su mano cubría su comisura, me asusté un poco al ver sangre en sus dedos, la culpa me invadió.
- Ay, lo siento, yo...
- Erick no - interrumpió mi hermano.
Sentí la falta de aire a los pocos segundos de que Christopher diera un fuerte rodillazo en mi estómago, quedé tendido por un buen rato.
- Levántate - exigió.
- Nunca le des tiempo al enemigo de levantarse, si quieres acabar con alguien no tienes que esperar, lo acabas y ya - aconsejó.
Nuestras miradas estaban fijas, mentiría si dijera que no estaba molesto, por un momento si lo creía capaz de no hacerme nada.
- ¿Qué? - dije al mirar lo que tenía para cada uno.
- Tú mismo lo dijiste, a golpes no derrotarás a nadie - respondió entregando una espada.
- ¿Quieres hacerlo Christopher?
- Te dije que no me provoques, yo no te quería lastimar.
Me hice a un lado con mi cuerpo bastante tenso, me tomó por sorpresa aquel ataque de mi propio novio, a mi parecer se estaba tomando bastante en serio el tema.
- ¡Christopher!
- Erick, no hables y mantén tu postura - ordenó Perseo.
La casa estaba quedando convertida en un verdadero desastre, ya no sabía que más esperar o si esperar algo realmente, todo esto era un desastre, incluyéndome.
- AAAH - gritó.
- No te descuides amor - sonreí lanzando un beso.
Un poco de sangre salió del corte en su brazo, procuré no ser excesivo en la fuerza, ambos debíamos estar bien para lo que viniera.
Sin darme cuenta una de sus piernas provocó que mi cuerpo cayera al suelo, respiré agitado al sentir el filo de su espada justo en mi garganta.
- Bien Christopher, bien - felicitó mi hermano.
- ¿Te atreverías? - pregunté nervioso.
- Jamás dañaría a la persona que quiero, y yo a ti te amo - dijo extendiendo su mano.
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Mi Último Destino - Chriserick
Fiksi PenggemarNada está escrito, mucho menos el futuro.