Me quedé un poco más aliviado al saber que Christopher ya estaba con su familia, no tuve una cercanía propiamente tal con ellos pero se veían preocupados.
- Tía - llamé al verla.
- Erick. ¿Estás bien? - preguntó.
Claramente negué, había perdido a las tres personas más importantes de mi vida y sería algo de lo cual no me recuperaría tan fácil.
- No me han dicho nada, no sé que pasa.
- Ya está todo listo, no te preocupes por eso. Tienes que estar que tranquilo - dijo en consuelo.
- ¿Qué pasará conmigo? - pregunté de inmediato.
- No lo sé, es algo que tienen que ver aún, apenas tienes dieciséis.
- Sé que me adoptaron - solté.
- ¿Te lo contaron? - preguntó asombrada.
Era más que claro que solamente yo no estaba al tanto de aquella verdad.
- Sí - mentí.
- Erick, yo no puedo hacerme cargo de ti - confesó.
- ¡Pero por qué! Eres mi única familiar aquí, me llevarán a uno de esos lugares de menores y yo no quiero estar ahí...tía por favor - rogué.
- Yo tengo a mi familia, mis hijos también me necesitan, son pequeños y mi atención está completamente en ellos.
Miré a mi alrededor sin saber que más hacer, yo a mi edad no podía hacer mucho.
- ¿Qué pasará con la casa de mis padres, con sus cosas?
- Seguramente hay un testamento.
- Puedo vivir solo, pero necesito que me ayude. Prometo no darle problemas, solo diga que se hará cargo de mi - propuse.
- Me estás metiendo en un problema.
- No voy a estar mejor en otro lado que no sea en mi casa, puedo solo, confíe en mi.
- Hablaremos de esto en otro momento, tenemos que ir a casa, de seguro no has comido nada.
- Mi...amigo aún está aquí, me gustaría quedarme un poco más - respondí.
- No, tienes que venir conmigo, tengo que cuidarte al menos en lo que se resuelve lo tuyo.
Asentí, solo le pedí poder despedirme de Christopher, quería asegurarme de que iba a estar bien.
Caminé en dirección a su habitación, toqué la puerta esperando a que alguien me permitiera el ingreso.
- Hola, de seguro es la madre de Christopher. Y-Yo venía a ver como seguía y a despedirme - dije nervioso.
- ¿Eres?
- Erick, su...
- No te quiero cerca de mi hijo, ya bastante hicieron tus padres - comentó.
- Fue un accidente, ellos no tuvieron la culpa.
- Agradece que no le pasó nada a Christopher, ya te dije y te lo vuelvo a repetir, no te quiero cerca de él.
- Pero yo solo quiero saber como está - insistí.
- Buenas noches - dijo para entrar.
Quise insistir, pero solo me quedó el sonido de la puerta cerrándose frente a mi cara.
Avancé hasta en donde se encontraba mi tía, mi destino quizás era incierto y solo el destino se encargaría de mostrarme el camino correcto.
- Pasa, siéntete cómodo.
- Gracias - dije intentando sonreír.
Saludé a mis primos quienes jugaban muy tranquilos, por un momento se me vino el recuerdo de mi hermana y lo poco cariñoso que fui con ella, de seguro sería uno de mis grandes pesos.
- ¿Hola? - saludó mi tío.
- Se quedará con nosotros por unos días, ya sabes que no puede quedarse solo.
- ¿Aquí?
- Claro, no tiene a donde más ir.
- Pero tiene su casa ¿no?. Digo, algo le habrá dejado tu hermano - comentó.
- ¿Puedes mostrar cortesía? Es mi sobrino.
- Tú ves que haces, pero aquí no hay espacio.
Lo vi alejarse entre el comedor de la casa, incómodo era una palabra que no le hacía justicia a lo que estaba sintiendo, solo quería irme a casa, quería a mi familia.