- Manu.
- Qué.
- ¿Sabías que los rayos se producen por la interacción entre partículas positivas y negativas?
- ¿De qué hablas? Oye, suficiente tengo con las clases para que me sigas hablando de temas científicos. Y no me digas Manu, suena como a mujer española - pidió.
- No es cierto - reí.
- Es como si yo te dijera Er...er...erección - bromeó riendo.
- No es lo mismo, tú y tu doble sentido.
- Erick. ¿Has tenido erecciones?
- Que te importa - dije avanzando.
- Espera, Erick.
Sentí su brazo descansar en mi hombro, no podía negar que un día de clases no era lo mismo sin él.
- Sí claro, como tú digas - escuché a mi lado.
- Anda, ven y dame la cara.
- ¿Christopher?
- ¿Lo conoces? - preguntó mi amigo.
- No, osea sí un poco.
- Déjame en paz - empujó Christopher para aquel chico.
Manuel insistió en ir a ver que pasaba, no éramos los únicos, más de algún estudiante estaba a la espera de alguna pronta pelea.
No entendía mucho de lo que le reclamaba el otro chico, los gritos de los demás exigiendo un espectaculo de golpes no me lo permitían.
- ¡Se armó! ¿A quién le vamos? - preguntó mi amigo emocionado.
- A ninguno, estás loco.
- Uh. ¿Viste, lo viste? Le dio durísimo.
Quedé perplejo ante la agilidad de Christopher, su manejo con los golpes eran algo que impactó bastante.
- LA DIRECTORA - gritó alguien en aviso.
- Vamos vamos - dijo Manuel.
Vi como aún estaba dándole de golpes a ese niño, si lo encontraban de seguro se metería en serios problemas.
- ¡Oye! - exclamó apenas lo empujé.
- Párate, vamos - dije ayudando a que se levante.
Traté de alejarlo lo más que pude del colegio, sentí la necesidad de ayudarlo.
- Me dejarás una marca si sigues apretándome así - dijo mirando mi mano.
- Lo siento, solo quise ayudar - solté.
- Gracias.
- ¿Por qué te peleaste? Apenas llevas dos días aquí y es como muy pronto para problemas.
- Ni siquiera sé quién es. Al parecer se molestó porque su novio me habló, yo que culpa tengo - respondió.
- Claro, tienes razón.
- Qué. Por qué me miras así - rió.
- ¿Practicas?
- Qué cosa.
- No lo sé, es que peleas bien - respondí.
- ¿Tú crees?
- Sí.
- Cuidado - dijo extendiendo su mano en puño.
Golpeé su brazo con la fuerza necesaria para quitarlo, me sentí un poco mal y no dudé en querer disculparme.
- Per...
- Fui más rápido - dijo dejándome en el suelo.
- Mi espalda - me quejé entre risas.
Había olvidado lo mal que dormí.
Me ayudó a ponerme de pie, esperaba no tener ningún tipo de problemas con él, si que era astuto.
- Sigo insistiendo en que te he visto en otro lugar - comentó.
- Quizás, la verdad tú también te me haces no sé si conocido, pero como si lo fueras. ¿Me explico?
- Creo - sonrió.
Llevé mis manos a la cara sintiendo una gota, el clima estaba bastante raro últimamente.
- Creo que...
- Ven - pidió.
Lo seguí hasta ponernos bajo un árbol, la lluvia parecía no tener compasión.
- ¿Crees que se detendrá pronto?
- No lo sé, pero la lluvia me gusta. Toma, para que no te mojes.
Miré su abrigo sin saber si sería bueno tomarlo, pero su insistencia me llevó a recibirlo.
- ¿Y tú?
- No me molesta el agua, la disfruto - dijo admirando la lluvia.
- ¿De verdad? - pregunté sorprendido.
- Sí. ¿Por qué?
- Muchos la odian, prefieren más el sol y el calor.
- No saben de lo que se pierden.
- Al fin alguien que me entiende - solté.
- Podemos ser amigos, si quieres - propuso.
- Será un gran gusto Christopher.