Cerré mis ojos teniendo la viva imagen de mis padres y mi pequeña hermana, sus muertes eran mi mayor motivo para cobrar venganza.
Por el cielo se dejaba ver cada vez más cerca lo que hasta entonces creí que eran especies de pájaros, mi cara y mi expresión cambió al ver su horrible apariencia junto a unas filosas garras.
Cada uno fue por su lado, ahora los dos teníamos una última lucha que dar y solo deseaba que no le suceda nada que pudiera arrebatármelo.
- ATRÁS TUYO - gritó desde el otro extremo.
No pensé en otra cosa que mi espada, por instinto giré posicionando toda mi fuerza en aquella filosa arma, no puedo negar que me sentí bien de poder acabar con una de esos horribles seres.
- ¡CHRISTOPHER!...mierda, estuvo cerca - dije agitado al ver un repentino ataque.
Con tanta adrenalina el miedo era lo que menos se pasaba por mi mente, solo quería acabar con cada enemigo que se me pusiera en frente, me sentía un verdadero guerrero.
Me desequilibré ante el movimiento de la tierra, no dudé en correr hasta donde estaba mi novio quien apenas me tuvo cerca no dudó en abrazarme.
- ¿De dónde viene eso?
- Escucha - susurré.
El agua del que se me hacía un bello mar de pronto pareció sacar fuerzas, abrí mis ojos mientras intentaba no quedar paralizado ante lo que ambos estábamos mirando.
- Corre corre corre - dijo tomando mi mano.
- Christopher, tu tridente. Úsalo.
Claramente ninguno de los dos teníamos la más mínima idea de como utilizar aquello de una manera provechosa.
Dió un golpe contra la tierra que produjo un brusco movimiento acompañado del agua del mar, tanto él como yo nos admiramos de la fuerza que tenía el tridente pero aún así no era suficiente.
No tenía un nombre específico de la bestia a la cual nos estábamos enfrentando, solo asumía que era una especie de serpiente con varias cabezas.
- No te sueltes, vamos vamos - alentaba.
- ¡QUÉ ES ESO!
- NO QUIERO AVERIGUARLO.
- ¡AH!
- ¿Estás bien? - preguntó revisándome detrás de un árbol.
- Casi se come mi bracito - respondí tierno.
- Precioso - sonrió acariciando mi mejilla.
Sonreí a la par al sentir que a pesar de todo estábamos juntos, era una real aventura.
No pudimos quedarnos por mucho rato más, esa bestia arrasaba con todo lo que tenía a su camino, por más que arrancáramos no lográbamos alejarnos lo suficiente.
- Gracias gracias gracias - dije una y otra vez.
- Lo quiero adoptar - contestó mi novio acercándose a Pegaso.
- No quiero ir atrás.
- Súbete - pidió.
No tenía más opción que hacerlo, al menos si no quería morir aquí mismo. Me abracé a él, me sentía más seguro yendo adelante pero aferrado a su cuerpo no me sentía incómodo.
- Cuidado...¡uf, diablos!
- Confía en él. Erick, tienes que hacerlo.
- Qué cosa. O no, Christopher...