Todo me estaba costando de una manera inimaginable, comenzaba a notar lo difícil que iba a ser retomar mi vida con normalidad.
- ¿Christopher? ¿Ya saliste? ¿Tan pronto? - pregunté.
- Qué debería responder primero...hmmm...que será bueno.
- ¡Qué bueno que ya estés mejor!
Ante esa exclamación fue imposible no complementarla con un abrazo, estaba feliz de saber que tamaño accidente no lo afectara más de la cuenta.
- Estoy molesto contigo - reclamó sin abrazar.
- ¿Por qué?
- En estos días no me fuiste a ver.
- Estaba con todo lo...ya sabes, despedir a mi familia no fue algo sencillo - respondí.
- Me hubiera gustado acompañarte, pero mis padres no me dejaban hacer prácticamente nada.
Recordé el incómodo momento fuera de su habitación, en estos días lo había olvidado por completo.
- Pasa, no te quedes ahí - invité.
- ¿Retomarás las clases?
- La próxima semana, supongo que quiero ordenar mi vida - contesté.
- ¿Te estás quedando solo?
- Sí. No voy a estar mejor que en mi casa, odio incomodar a la gente.
- ¿Por qué lo dices?
- El esposo de mi tía no estaba muy contento con la idea de que me quede con ellos, tengo mi casa y odio las malas caras.
- Osea que no se hará cargo de ti.
- Sí y no, la verdad ella solo fingirá que lo hace, pero viviré solo. De todos modos me llama y por las mañanas viene.
- Ay Erick, esto no está bien - abrazó.
Efectivamente no lo estaba, pero más que eso no podía hacer, tendría que aprender a independizarme antes de tiempo.
- De todas formas gracias por venir, debería ser todo lo contrario - comenté.
- Yo estaré muy pendiente de ti, te lo dije y no hay cosa que yo no cumpla.
- ¿Te duele mucho? - me referí a los golpes de su cara.
- No tanto, la verdad no sé como es que salí tan bien librado de esta.
Sonreí inconscientemente, tenía un rostro realmente angelical.
Unir nuestros labios no era algo que lo tomáramos de una mala manera, era una atracción pura y no había ningún pero que lo impidiera, simplemente éramos nosotros.
- No te quiero mentir, creo que debo ser sincero - dije sin soltarlo.
- Qué pasa.
- Tu mamá me dijo que no me quería cerca de ti, por lo que pasó.
- No es cierto - dijo avergonzado.
- No quiero problemas Christopher, no quiero que tú los tengas tampoco.
- Un serio problema tendremos si le haces caso, yo elijo con quien estar y a quien quiero a mi lado, no le tomes importancia, es más - dijo alejándose.
- ¿Qué...?
- ¿Quieres ser mi novio? Bueno, mi compañero, mi amigo, mi amante, mi confidente, mi chico...quien aguante a este niño de cara bonita en resumen.
Su egocentrismo fue suficiente para subir mi ánimo, aún consideraba que era muy pronto para establecer algo, pero me gustaba.
- Creo que no puedo decir que no, sí, si quiero - contesté.
- Ya estuviste - dijo acercándome a él.
- Solo no me mires con lástima - pedí.
- Te miro pero con ganas - susurró.
Lo alejé con un suave empujón, me estaba haciendo un bien enorme tenerlo conmigo.
- Debe ser mi tía - dije al escuchar la puerta.
- Espera.
No me dejó caminar sin que antes tomara su mano, lo guié al igual que un pequeño niño.
- ¿Sí?
- ¿Buscas a alguien? - preguntó mi novio.
- No pensé en encontrarlos tan juntos, creo que es mejor así, me ahorran un trabajo.
- ¿Quién eres? - pregunté.
- Te han hablado de mi, te ayudaré en tu misión hermano.
Analicé su mirada, sus ojos y lo que pudiera de él, solo un nombre se me vino a la mente.
- Perseo.
- Esto debe ser una broma - agregó Christopher.
- Hay algo más allá de la tierra, el Olimpo es el lugar de ambos, pertenecen ahí - comentó.
- Esto no es gracioso.
- Tus padres no son los que tu has amado toda tu vida Christopher, la fuerza del agua está en ti, llevan el poder de los semi dioses y la unión de la familia.
- ¿Familia?
- Primos.