XVII: El túnel

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"El túnel"



Sin dejarme entender que es lo que me quiso decir, mi padre agarra una linterna de uno de los cajones de su sillón de caoba y me hace señas para que lo siga, prendiendo la luz cuando ya estamos adentro y él ya volvió a cerrar el túnel con el cuadro.

-sígueme, Maddi. Es preciso que recuerdes por dónde vamos. Y no te preocupes por la sensación rara.

- ¿Por qué me enseñas esto, papá?

-porque es necesario que te puedas poner a resguardo.

No era a eso a lo que me refería, pero entendí que no me respondería lo que le pregunté.

Lo seguí en silencio por ese pasadizo, el cual tenía mucho olor a moho. Después de unos minutos nos encontramos con unas escaleras llenas de ese moho y estrechas, las que nos llevaron a una intersección de pasillos.

Papá fue derecho por el tercero de la izquierda, sin decir ni a.

- ¿A dónde llevan los otros pasadizos, papá?

-a las minas, hija. Nunca vayas por alguno de esos. Están cerrados por los derrumbes. Ni siquiera sé porque hicieron esos túneles.

Después de mucho caminar todo derecho, en un momento, giramos a la derecha, para luego ir a la izquierda, luego nuevamente a la derecha, mientras se escuchaban los ruidos como de pasos y maquinas por encima, o picotas por los costados

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Después de mucho caminar todo derecho, en un momento, giramos a la derecha, para luego ir a la izquierda, luego nuevamente a la derecha, mientras se escuchaban los ruidos como de pasos y maquinas por encima, o picotas por los costados. Estuvimos un largo tiempo caminando y soportando el olor a moho y suciedad, hasta que en un giro en diagonal a la derecha, se oyó el silencio y se puede ver un poco de luz al final del túnel.

Salimos y nos recibe un enorme bosque, como en el que estuvo Katniss el año pasado, pero mucho más tranquilo.

Nos rodean un montón de árboles cuyas copas no llego a ver, con sus ramas moviéndose por la brisa que vuela las hojas y mis cabellos.

Cuando mi vista se acostumbra a esta luz y a este hermoso paisaje, puedo ubicar más allá las montañas cubiertas de verde que nos sentábamos a disfrutar con mi amiga cuando la ayudaba a cazar para la Veta y una laguna con una casa en ruinas a sus orillas. Y ahí es que caigo en donde estamos.

- ¿Qué hacemos en el bosque del 12, papá?-pregunto con alarma.

-aquí es donde vas a llegar cuando la rebelión se vuelva a desatar. No me pongas esa cara, hija. Ya te dije que no te puedo contar nada, porque es peligroso que sepas más de lo que te estoy revelando. Cuando llegue el momento te enterarás de todo, lo prometo. Pero no es el momento.

Madge. La historia que nadie conoce...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora