-...Convivencia...-
Narrador.
El despertador sonó por décima cuarta vez, Akira decidió por fin deshacerse de las sabanas de una patada. El frío invadió su cuerpo, y por un momento pensó en mandarlo todo al demonio y volver a dormir.
No.
Debía, sino volvería a recibir un castigo.
-.Akira..-esa voz.
-. Carajo..-
Es mi fin.
Ese día no salí vivo de los entrenamientos, ver a Sho-chan dándome ordenes, era como ver al mismísimo Enji gritando y echando llamas por la furia.
A veces reíamos, a veces peleábamos, no era raro, yo siempre estaba apegado a Shoto, el también necesitaba espacio, pero, el no debió decir eso.
-. Es en serio Akira, lo vuelves a hacer y no te vuelvo a dirigir palabra. -dijo ya harto de las bromas del menor.
Lo entendía.
Ya mucho habían hecho por el, incluso llego a pensar que el hecho de que Enji no pasara en casa, ayudándolo en sus entrenamientos tanto físicos, como psicológicos, era porque no soportaba su manera de ser.
Él era un fastidio.
Con razón lo llamaban monstruo, sin darse cuenta se había vuelto sensible, eso significaba una sola cosa. Celo.
Era su etapa más vergonzosa, no quería que él lo viera así y causarle más problemas, no quería, ya suficiente con estar en su casa.
-. Me voy a retirar. -dijo en voz baja, el bicolor solo alcanzo a escuchar la puerta cerrarse.
Solo pensó que volvería a la habitación.
"-...No fue así...-"
-.Maldición.-maldijo a la nada el peliazul, tapándose como pudo antes de que se empapara.
Si se había ido de la casa de los Todoroki, radical no, pero estaba muy sensible, no pensaba con claridad, y su brillante mente le sugirió eso, que buena decisión tomo.
Solo y bajo la lluvia.
En ese momento deseaba poder volver con su familia, que su madre preparara su plato preferido, mientras reían de lo cotidiano, que mientras lo hacían su hermano acariciara su pelo, que todo volviera a ser como antes.
Pero...¿Que lo retenía?
Sin darse cuenta, ya estaba enfrente de la puerta de su casa, se sorprendió y entro en pánico, las luces estaban prendidas por lo tanto su madre estaba en casa.
Se encontraba en un limbo.
Una parte de el quería entrar y otra no, prometió no volver hasta recuperar esa confianza que tenia en si mismo, lo que lo caracterizaba, el hecho de que había "superado su pasado", que no dejaba que nada lo afectara.
Tan grande fue el golpe que le dieron sus amigos, tanto se encariño con ellos, tanto dejo en sus manos su corazón.
¿Podría romperse?
-...¿Quien soy?...-se pregunto a si mismo.
-.Eres tu mismo.-hablo una voz.
Dolía su corazón dolía, aquella voz, que tanto deseo escuchar, ahora hacia doler, no quería voltearse, temió verlo, temía decepcionarlo, temía llorar frente a el, no el.