16-PLAN C

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Narra el Profesor

Me encomendé hasta mi plan C, un nuevo hangar, equipado hasta los dientes, con todo el equipo necesario como para ir un paso delante de la policia. Con un poco de dinero, bastante en realidad, conseguí que Marsella convenza a un funcionario para que juegue para nosotros. Él sería nuestros ojos y oídos. Estaría en la carpa, en todo momento. Sabría exactamente cuál sería el nuevo movimiento de Sierra y me lo comunicaría en un periodo de tres minutos.

El plan era simplemente brillante, si todo salía bien, debería estar tan solo 2 días más para luego escapar.

Me mantuve ocupado durante todo el trayecto. No pensé en otra cosa que no fuera el plan, el hangar, las conexiones y la nueva jugada que haríamos. Pero cuando llegué y vi ese barquito blanco de papel, me derrumbé. Estaba sobre el escritorio, supongo que ella lo habría dejado la última vez que vinimos, para controlar que estén listas las instalaciones.

Raquel... Había intentado bloquear el recuerdo, convencerme de que fue simplemente una ilusión pero no pude. Habían ejecutado al amor de mi vida, a la mujer más importante de mi vida. Mis rodillas cedieron y caí al suelo.Abracé a aquel barco de papel con todas mis fuerzas. Las lágrimas brotaban y caían sobre mi cara con gran velocidad. Sentí que había perdido una parte de mi alma, un pedazo de mi corazón.

Nada tenía sentido sin ella, yo ya estaba muerto. Mi vida acabó en el instante que Raquel murió.

Recordé todas las veces que reimos, que toqué su cabello, su cuerpo, las veces que la observé dormir, que la abracé, que besé sus labios, que hicimos el amor, que nos metimos al mar con ropa, que cocinamos, que lloramos, que dormimos, que discutimos, que jugueteamos...recordé su olor, el sonido de su voz, de su risa, de sus gritos cada vez que tenía un orgasmo, de las veces que se ataba el cabello con un lapiz, de las veces en que se lo desataba de un tirón, recordé el sabor de sus labios, y de su cuerpo, el olor de su aliento, el contorno de su cuerpo, el color de sus ojos, la forma en la que parecía llevarse el mundo por delante... recordé todo de ella.

También recordé que en todo este tiempo que estuve a su lado, jamás pude decirle cuánto la quería... cuanto me gustaban sus besos, y sus caricias, y la forma en la que pronunciaba mi nombre, o las veces en las que bromeaba haciéndome poner nervioso.

—Jamás te dije lo mucho que te amo, mi amor...—dije con voz temblorosa, mirando a la nada, imaginándola sentada allí junto a mí —no te imaginas lo mucho que cambiaste mi vida, desde el momento en que te conocí, fuiste franqueando una a una todas mis barreras, y me enamoraste de todo tu ser. De cada parte. Fuiste y serás la mujer de mi vida, la fisura más hermosa que jamás pedí tener. Te amo para siempre, ojalá te hubiera dicho todo esto cuando todavía estabas conmigo.

La casa de papel 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora